En un esfuerzo continuo por mejorar la seguridad vial en España, la Dirección General de Tráfico ha lanzado una serie de recomendaciones y restricciones dirigidas a los conductores con ciertas patologías. Este nuevo enfoque subraya la importancia de las facultades físicas y mentales óptimas para la conducción segura, una prioridad establecida por el Gobierno.
La DGT ha identificado una lista de enfermedades que pueden comprometer significativamente la capacidad de una persona para conducir de manera segura. La lista incluye una variedad de condiciones degenerativas, neurológicas y crónicas, que afectan tanto a jóvenes como a mayores. Estos problemas de salud pueden alterar la atención, los reflejos y la toma de decisiones del conductor, aumentando el riesgo de accidentes en las carreteras.
Lista de enfermedades
En primer lugar, las enfermedades degenerativas y neurológicas son de particular preocupación. El Alzheimer, por ejemplo, deteriora progresivamente la memoria y las habilidades cognitivas, lo que puede resultar en una incapacidad para seguir las reglas del tráfico o reaccionar adecuadamente a situaciones inesperadas. El Parkinson, con sus efectos en el control motor y la rigidez muscular, puede hacer difícil maniobrar un vehículo, mientras que la esclerosis lateral amiotrófica compromete tanto la fuerza muscular como la función respiratoria, elementos cruciales para una conducción segura.
Los trastornos mentales también figuran prominentemente en la lista de la DGT. La demencia y los trastornos de ansiedad pueden causar desorientación y pánico, respectivamente, ambos extremadamente peligrosos en el contexto de la conducción. Los trastornos de la personalidad y la depresión pueden influir en el juicio y la toma de decisiones, mientras que el trastorno obsesivo-compulsivo puede llevar a conductas repetitivas y distraídas al volante. Los trastornos del desarrollo intelectual y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad afectan la concentración y la capacidad de mantener la atención en la carretera, incrementando el riesgo de accidentes.
En cuanto a los problemas vasculares y cardíacos, la DGT menciona las enfermedades vasculares, como los aneurismas de grandes vasos, y las arritmias, que pueden causar pérdida súbita de la conciencia o ataques cardíacos. Los individuos que han sufrido un infarto agudo de miocardio o utilizan prótesis valvulares, marcapasos o desfibriladores automáticos, deben ser evaluados rigurosamente, ya que estos dispositivos y condiciones pueden afectar la capacidad de respuesta y el control del vehículo.
Las enfermedades neurológicas que causan episodios de pérdida de conciencia, como las crisis epilépticas y los accidentes isquémicos transitorios, son particularmente peligrosas para los conductores. La pérdida inesperada de la conciencia puede llevar a situaciones catastróficas en la carretera, donde incluso segundos de inatención pueden resultar en graves accidentes.
Los trastornos endocrinos, incluyendo el hipotiroidismo y los problemas con las paratiroides, así como la diabetes mellitus insulinodependiente, también están en la lista de la DGT. Estas condiciones pueden provocar fluctuaciones en los niveles de energía y concentración, afectando la capacidad de una persona para conducir de manera segura durante períodos prolongados.
Entre las condiciones respiratorias y del sueño, la apnea del sueño es notable. Esta afección puede causar somnolencia diurna severa, lo que aumenta significativamente el riesgo de quedarse dormido al volante, una de las principales causas de accidentes de tráfico.
Las enfermedades oncológicas y hematológicas también pueden interferir con la conducción segura. Los trastornos oncohematológicos y otras dolencias oncológicas pueden debilitar al conductor tanto física como mentalmente, afectando su capacidad de reacción y su concentración.
Finalmente, las enfermedades digestivas y renales, como los trasplantes renales y las nefropatías con diálisis, pueden impactar la salud general del conductor. La fatiga, el dolor y otros síntomas asociados con estas condiciones pueden limitar la capacidad de una persona para operar un vehículo con seguridad.
Para quienes padecen alguna de estas enfermedades, la obtención o renovación de la licencia de conducir no está automáticamente fuera de alcance. Es esencial que los conductores afectados proporcionen un informe médico que certifique que su condición no representa un riesgo significativo al volante. Este informe debe renovarse periódicamente, según la evolución del estado de salud del individuo y su tratamiento.
El listado de la DGT no discrimina por edad, aunque algunas enfermedades sean más comunes en personas mayores de 65 años. Cada caso será evaluado de manera individual, teniendo en cuenta la gravedad de la enfermedad, el tratamiento recibido y el impacto general en la salud del conductor. Esta personalización permite un enfoque más justo y adaptado a las circunstancias particulares de cada solicitante.
Además, la DGT advierte que ciertos medicamentos pueden interferir con las capacidades de conducción. Estos fármacos pueden actuar como inhibidores de las facultades físicas y mentales necesarias para una conducción segura, agravando los riesgos asociados con las enfermedades subyacentes.
Con esta iniciativa, la DGT reafirma su compromiso con la seguridad en las carreteras. La identificación y gestión de los riesgos asociados con la salud de los conductores es un paso crucial para prevenir accidentes y proteger a todos los usuarios de la vía.