Se trata de un vecino de Pamplona de nacionalidad marroquí, 37 años y condenado a 4 años y 8 meses de prisión por maltratar a su mujer, ha informado el Tribunal Superior de Justicia de Navarra, que ha indicado que si esa sentencia, que está recurrida se confirma, la pena de cárcel se sustituirá por su expulsión de España, a donde no podrá regresar en seis años.
Ahora, por maltratar a su hija, ha aceptado una condena de 1 año y 9 meses, dictada de conformidad tras un acuerdo entre el fiscal y la defensa, por lo que el juicio señalado para el 18 de febrero no llegó a celebrarse debido al reconocimiento por parte del encausado de los hechos y penas propuestas por el fiscal.
En la sentencia se declara probado que desde 2013 hasta 2020 mantuvo una relación sentimental con una mujer con la que contrajo matrimonio en 2016, y fruto de esta relación nació una hija en septiembre de 2018.
Una vez obtuvo el permiso de residencia, comenzaron los problemas y los malos tratos hacia su esposa, según la sentencia, que recoge que el encausado “no quería tener hijos” e incluso llegó a agredir un día a su mujer físicamente “cuando pensaba que estaba embarazada”.
El nacimiento de la niña condicionó la relación. Por motivos laborales de la madre, que tenía que trabajar por las mañanas, él se quedaba al cuidado de la niña en determinados momentos, “sin que durante los mismos se haya ocupado adecuadamente de ella”, según la resolución, en la que consta que llegó a dejarla sola atada a la trona. Así se la encontró la madre “en varias ocasiones”.
Cuando levantaba a la menor, “la sentaba en la trona y la dejaba atada durante horas sin cambiarle el pañal, ni siquiera el de la noche, teniendo que hacerlo la propia abuela porque él aducía que no era necesario hacerlo”, apunta la sentencia.
La abuela de la pequeña vio cómo el padre “tiraba a la niña contra el sofá, le pegaba bofetadas, le zarandeaba de malas maneras o le pegaba pellizcos si no hacía lo que él quería, o cuando él llegaba de mal humor a casa”. También vio cómo le ha dado “de comer a la fuerza con la cuchara”, ocasionándole heridas en la boca.
Además despertaba a su hija cuando estaba dormida, a las doce de la noche, y le obligaba a hablar por teléfono con su abuela paterna, de forma que le trastornaba el sueño.
En diciembre de 2019 y marzo de 2020, según los hechos probados, el acusado propinó a la menor “bofetadas y golpes por las piernas y la cara”, de modo que tuvo que intervenir la abuela materna.
El último episodio narrado en la resolución tuvo lugar en la Semana Santa de 2020, durante el confinamiento, cuando la niña comenzó a tener fiebre alta y el encausado se negó a darle medicación o llamar al médico.
Esperó a que llegara la madre y cuando llegó, la abuela fue a una farmacia a comprar un termómetro y medicación, pero no dejó a la madre darle el medicamento, él le introdujo la jeringuilla “a la fuerza” produciéndole “un sangrado en la boca”. Acto seguido, le dio “un bofetón” a su hija “por llorar”.
Por todo esto, apunta, la niña tiene “fobia a las cucharas”. Como secuelas, padeció heridas en las piernas por las ataduras, irritaciones de piel, moratones, heridas en la boca y golpes en las piernas y brazos. EFE