La pandemia ha tenido un fuerte impacto emocional en millones de personas y ha enfrentado a los hogares a nuevos desafíos, derivados de una convivencia intensa y prolongada en tiempos de alarma sanitaria, medidas restrictivas y crisis económica. En cuestión de semanas, el confinamiento transformó las relaciones sociales en todo el mundo.
Numerosas investigaciones ya han señalado que las consecuencias del Covid-19 han pasado factura psicológica a muchas relaciones de pareja. Los largos días de cuarentena junto con la incertidumbre, miedos, los cambios de rutina y el estrés, ha propiciado toda clase de nuevas circunstancias.
El aumento de conflictividad cuando pasamos tanto tiempo juntos con nuestra pareja es algo esperable y ajustado. Al tener más tiempo libre, podemos ser más conscientes de las cosas que nos disgustan de nuestra pareja. Los problemas que había latentes, salen a flote acentuándose lo que antes no funcionaba. Por otro lado, ante escenarios de estrés, podemos sentir que nuestro umbral de tolerancia y paciencia es menor, siendo más inflexibles o rígidos con nuestra pareja. En cualquier caso, es diferente enfrentar esto en una relación estable, independiente y segura que hacerlo en una inestable, deteriorada, de dependencia emocional o demasiado conflictiva.
Si teníamos una relación sana, con buena comunicación y respeto, este año ha podido ayudarnos a disfrutar del tiempo juntos, a compartir actividades y largas charlas, y a vivir momentos de ocio más limitado, pero unidos. Pero si en nuestra relación existía ya algún tema sin resolver o algún desencuentro, seguramente este año se haya incentivado la intensidad y frecuencia de los conflictos.
Las crisis en la pareja pueden aparecer de forma inesperada o pueden ser evolutivas. Una pareja funcional se unirá para buscar soluciones a la crisis en la que se encuentran, la disfuncional buscará culpables.
En parejas estables suelen darse peleas de forma. Estos conflictos tienen que ver con el reparto de responsabilidades, hijos y la sobrecarga de quién hace cada cosa. No obstante, en este tipo de discusiones no cuestionamos tanto la relación de pareja.
En los conflictos de contenido, sin embargo, cuestionamos los pilares o los mimbres de nuestra relación. En este tipo de enfrentamientos; desconfianza, falta de admiración en el otro, celos, etc, ponemos nuestro vínculo en juego.
Según el psicólogo Robert J. Sternberg existen tres componentes en la relación de pareja: el compromiso (interés y responsabilidad), la intimidad (apoyo, comunicación, seguridad, confianza) y la pasión (atracción).
No puede haber una buena relación de intimidad sin un mínimo de tiempo de comunicación en el que apoyar una calidad de la misma y sin estar seguros de nosotros mismos y de nuestra pareja. Para estar compenetrados, hay que interesarse y aprender a manejar las discrepancias para que podamos alimentarnos en una relación sana.
Es lógico deducir que muchas de las parejas que no tenían bien construido su mundo con estos tres pilares, ante una situación que genera tanta ansiedad y que está durando tanto tiempo, hayan visto mermada su relación. Si trabajamos nuestra actitud, aprendiendo a regular nuestros pensamientos y emociones gestionándonos como un equipo, podremos solventar o minimizar mucho de estos conflictos.
10 TIPS PARA SOLUCIONAR LOS PROBLEMAS DE PAREJA.
Ponerse en la piel del otro: Apelar a la empatía con la otra persona es uno de los consejos más habituales cada vez que surge una discusión, pero raramente se lleva a la práctica de manera estricta. Estaría bien pensar cómo nos sentiríamos nosotros mismos si nuestra pareja nos dijera aquello que acabamos de reprocharle y si somos justos al realizar tales acusaciones. Cuando nos ponemos en la piel del otro, no buscamos un culpable, buscamos una solución.
Buscar actividades en común: Recuperar esas actividades que os gustaba hacer juntos y organizar también otras nuevas: un viaje sorpresa, una noche de cena y teatro, una escapada rural, clases de baile, una tarde de spa…sin obligaciones y sin seguir un planning, disfrutando así de la experiencia.
Utilizar “mensajes yo”: Cuando hables con tu pareja, de esta manera asumirás la responsabilidad. Por ejemplo: “yo me sentí mal cuando me dijiste…” en lugar de “tú me hiciste sentir mal”, porque hablar desde el “tú”, provocará más conflictos y nos aleja de una solución.
Hablar de la conducta, no de la persona: Cuando queramos expresar algo que no nos ha gustado de nuestra pareja es más funcional centrarnos en el comportamiento en sí y no en la persona. Por ejemplo: “tu comportamiento al no recoger la mesa…” en vez de decir” eres un desastre”. No usar adjetivos descalificativos.
Cambiar competición por negociación: ¿Cuál es el fin de toda discusión de pareja? ¿Que nuestra pareja nos dé la razón o hacerle comprender que uno de sus comportamientos no nos ha gustado? Una discusión no es para competir y ganarla. Una discusión tiene que ser para llegar a un acuerdo. Una manera de hacerlo es negociando unas reglas (mejor si son por escrito) para buscar el diálogo y la comunicación óptima. Hay que liberarse del veneno del ego, ser cercano y humilde y, sobre todo, no tratar de imponer nuestro punto de vista de manera constante.
Trabajar tu autoestima: Una baja autoestima produce un sentimiento de inseguridad, desconfianza y miedo de perder a quien creemos que nos pertenece. Esto se funde en celos y en conductas de control para paliar la falta de amor propio. Amar sin apegos es amar sin miedos.” Cuántas cosas perdemos por miedo a perder” dice Paulo Coelho.
Es importante reflexionar e ir al origen de la baja autoestima. Puede venirnos desde excesos de sobreprotección o carencias de afecto de nuestra infancia, hasta malas experiencias de parejas anteriores. En cualquier caso, es imposible amar a nuestra pareja si no nos amamos a nosotros mismos. Para dar algo hay que tenerlo primero y no es justo pedir lo que nosotros mismos no somos capaces de darnos.
Respetar la libertad del otro: “El amor es la decisión de trabajar activamente por la libertad de otra persona para que elija qué hacer con su vida, aunque no te incluya.” (Jorge Bucay).
Si ya has trabajado tu autoestima, lo tendrás más fácil para respetar el espacio de la otra persona. No solo es importante que compartáis cosas juntos, sino que hagáis cosas por separado. Cada uno tiene derecho a tener su espacio, a ser independientes entre sí, a salir de manera individual con los amigos o ir de vacaciones. Cuando hay confianza, la libertad refuerza una relación, cuando hay desconfianza la libertad la debilita. Una relación afectiva no es depender y necesitar a nuestra pareja para todo. “En el amor se da la paradoja de dos personas que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos “Erich Fromm.
Cuídate: Si tú no te encuentras bien, es difícil que hagas sentir a tu pareja bien. Cuida tu salud física y emocional. Muchas veces tendemos a relajarnos y a dejar de cuidarnos cuando estamos en pareja. Esto puede hacer que se pierda la pasión y el deseo. Come saludablemente, arréglate, cómprate ropa nueva, practica deporte y relájate con meditación.
Céntrate en el presente: Presta atención al momento en que das el feedback; o lo damos inmediatamente en el presente o mejor no darlo. Si es lo suficientemente importante, transmítelo y si no lo es, déjalo ir. No lo acumules para soltarlo en un futuro. Mejor hacerlo cuando te moleste que cuando te canse. Intenta no remover conflictos pasados porque no se puede arreglar lo que ya ocurrió. Si tú hiciste algo bueno en el pasado es porque tú quisiste. Nadie es responsable más que tú, por tanto, no tiene sentido reprochar algo que en su momento tú decidiste.
No te focalices solo en las cosas negativas: Aquí juega un papel importante lo que los psicólogos llamamos el sesgo de negatividad: La tendencia de nuestro cerebro a responder más fuertemente a eventos y emociones negativas que a las positivas. Esto suele ocurrir por falta de aceptación. Queremos que las cosas sean como nosotros las pensamos, no como son en realidad. Quita la lupa de las cosas que no te gustan de tu pareja e intenta hacer el ejercicio contrario. Haz una lista de todas las cosas buenas que tiene y de todos los buenos momentos que habéis tenido y que os quedan por tener.
“El amor es lo que somos. Si eres irresponsable, tu relación afectiva será irresponsable. Si eres inseguro, tú relación afectiva será ansiosa. Pero si eres libre y mentalmente sano, tu vida afectiva será plena, saludable y transcendente”. Walter Riso.
Autora: Inmaculada Bellón es psicóloga especializada en Salud Mental