sábado, noviembre 23, 2024
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El «lesbianismo» de Mariló Montero

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Tener o no las tetas caídas, que se la vea «barriguita de famosa», vaya o no a un portal, o comprobar si tiene o no celulitis no le importa nada. Lo que no soporta es que se la pueda tildad de lesbiana, a ella o a su amiga de hace 40 años. Mariló Montero está que trina.

En Navidades, cuando la revista 'Lecturas' sacaba un reportaje de ella en biquini con sus hijos, la presentadora de TVE afirmaba que ella no era de «topless». Ahora, unas fotografías en las que se la ve sin la parte superior y con sus senos al aire (mira que es mala suerte para una vez que lo hace), la tienen como a Carmen Maura o Mraría Barranco en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'. 

Eso y, sobre todo, que caiga sobre ella o sobre la misteriosa amiga con la que fue hasta Bora a Bora la sospecha de que ambas podrían haber disfrutado dentro de su bungalow mucho más que fuera del mismo, donde por cierto la segunda en vez de biquini lucía pijama (lo más natural en esa isla de la Polinesia). Ni en tiempos de Franco una mujer hubiera estado más aterrorizada ante la posibilidad de que cayera sobre ella la sospecha de gustarle otra mujer.

Por mucho que la presentadora se pregunte «¿qué pasa, que dos amigas no pueden irse de vacaciones juntas?», ya nadie la hace caso. La opinión pública ha oído: dos tías, de vacaciones juntas en Bora a Bora, compartiendo habitación, intentando que no se de el nombre de una de ellas y ha juzgado: ¡Lesbianas!.

O al menos eso es lo que cree Mariló, que debe pensar que eso es lo único que la faltaba, después de haber sido tildada de tonta para arriba. Está convencida de que si hay un asesinato sangriento en este país en los próximos días le echarán el muerto a ella. 

Mariló se ha convertido en el «puching ball» de la prensa rosa, y sabe que poco puede hacer ya para impedirlo. Ni siquiera amenazando con una demanda a los medios que osaran publicar las imágenes.

Y es que ahora, para colmo, parece que los paparazzi no sólo han conseguido por fin vender las fotografías (dicen que por unos 25.000 euros, incluyendo los gastos del desplazamiento) sino que incluso le amenazan ellos ahora a su agencia de representación con una querella por por decir ésta que esos fotógrafos estaban haciendo su trabajo de forma ilegal y por instar a los medios de comunicación a no comprar su trabajo.

Lo que sí han hecho de momento es no retocar las imágenes, como dicen hizo 'Lecturas' en Navidades', algo que dicen que también podría ser el motivo del enfado de la presentadora. Esa ha sido su primera «venganza» por poner en entredicho su profesionalidad al asegurar ésta que hicieron las fotos en un lugar privado, no público, y que por tanto las instantáneas eran ilegales. 

De todas formas ahora habrá que ver si el comprador de las fotos se decide finálmente a publicarlas (a lo mejor hacía más negocio revendiéndoselas a la interesada), y si por su cuenta opta por retocar o no las mismas. El culebrón «Mariló» puede dar todavía mucho juego.

La mosca

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