Finaliza 2024 y llega 2025. Acaba un año con sus luces y sus sombras, en el que algunos de nuestros seres imprescindibles se nos han ido, mientras otros han llegado para serlo. Con los años nuevos pasa como con cada amanecer: siempre la llegada del nuevo día supone una renovación de las ilusiones y el recomienzo de algo nuevo. Es una nueva oportunidad para hacer las cosas bien, para subsanar errores, para afrontar los problemas con valentía, para no dejarse vencer por los miedos o adversidades, para cumplir nuevos objetivos o para fijarse nuevas metas.
Cada día nuevo, cada año nuevo, siempre alberga la esperanza de algo mejor, que luego ya con el devenir de los días, traerá circunstancias negativas, pesares y dolor mezclados con las alegrías y los aspectos positivos. Y es que al final, nadie somos dueños únicos de nuestro destino pues la providencia o el azar, nos marca cuál será nuestro camino y el modo de recorrerlo.
Sin embargo, y en lo que se refiere a lo material, a lo humano y a lo profesional laboral, nuestras acciones de hoy marcan el día de mañana.
Así es en la vida y en la política, en lo individual y en lo colectivo, en las trayectorias personales y en las trayectorias de los gobiernos, que marcan el futuro de cada municipio, región o país: las acciones y actuaciones de hoy trascienden y son la base de dicho futuro.
En lo que respecta a nuestra región, Madrid, su futuro más próximo para 2025 no se puede disociar del de nuestro país España.
El nuevo año nos deparará sorpresas agradables y buenas noticias, noticias trágicas que nos convulsionarán (2024 será para siempre el año de la Dana sobre Valencia), polémicas muchas veces estériles, o el enquistamiento de problemas que, por no ser solucionados a tiempo, van a peor. Y todo ello con la permanencia del ataque a las instituciones autonómicas y a su presidenta, constante y siempre presente en la política de Pedro Sánchez y su gobierno. Es más, en 2025, ante el acorralamiento de Sánchez, su gobierno y su partido por culpa de la corrupción, los ataques a los madrileños serán más virulentos.
Es una auténtica tragedia que el gobierno de una nación vaya siempre contra su capital en lo que significa una anomalía democrática en los países desarrollados. Pero esto es así desde el año 2018, desde que Sánchez llegó al poder, y sobre todo, desde que en 2019 los madrileños eligieron presidenta a una mujer que decidió no callar una y no dejar una agresión sin respuesta.
Las personas pasan siempre (Sánchez también caerá, aunque él se crea invencible) pero los pueblos permanecen y la anomalía histórica que supone el gobierno de Sánchez más pronto que tarde será un mal recuerdo.
No nos podemos aventurar a poner fecha del final de Sánchez en la Moncloa pues el futuro siempre está por escribir, pero 2025 se presenta muy complicado para él.
Su horizonte judicial con su mujer imputada, su hermano imputado, su ex número dos imputado y procesado, algunos de sus ministros que no pasarán este año sin imputación, es horrible. A ello se le suma una inexistente mayoría de gobierno, que sí de investidura, que se las hace pasar terribles en cada votación de cada proyecto de ley. Estos socios, siempre los partidos más desleales y enemigos del bienestar y la convivencia de los españoles, van a seguir explotando la debilidad de Sánchez hasta que decidan por motivos electorales propios, dejar de apoyarle.
Una piedra de toque fundamental va a ser poner en marcha una financiación a la carta para Cataluña, desigual y singular, propia de un estado confederal, que no tiene sustento constitucional en la actualidad. Cuadrar el círculo suele ser una cosa imposible y a ello, sin embargo, esta entregado el actual gobierno, siempre que quiera seguir gobernando, algo de lo que nadie tiene la más mínima duda.
Sin embargo, detraer recursos de las autonomías de régimen común, las que menos recursos tienen, para dárselos a una de las comunidades más ricas, es algo que hay que ver cómo se materializa y si es posible, y no queda pendiente para otro gobierno tras una disolución anticipada de las cámaras. Es decir, que no se ponga en marcha por el actual gobierno, sí su diseño, pues nunca podemos olvidar que si hay algo que tiene acreditado este gobierno, es el abuso de la mentira y el engaño.
En cualquier caso, a pesar de Sánchez y los servicios públicos que a él le competen (Cercanías volverá a darnos grandes problemas), Madrid va a seguir funcionando. Los madrileños tienen la certidumbre y la seguridad que dan unos presupuestos recién aprobados que solo buscan que nuestros conciudadanos puedan seguir prosperando en la vida: menos impuestos (enfrente el nuevo apretón fiscal de Sánchez), inversiones en vivienda para que haya más y para hacerla más asequible, y en transporte público y sanidad para que sigan siendo las mejores de España, una educación de calidad y libre, una protección del emprendimiento, una seguridad jurídica para el mundo de la empresa y los inversores, y unos servicios sociales a la altura de los mejores, para que nadie se quede atrás y goce de las mismas oportunidades.
En definitiva, mientras 2025 será un buen año para los anhelos, sueños y vida de los madrileños, guiados por una presidenta con las ideas claras y la determinación valiente de luchar por ellos, para Sánchez el nuevo año será un penar de días, semanas y meses por intentar sobrevivir en el Palacio y el oropel que tanto le gusta.
En cualquier caso, ¡Feliz año 2025 para todos!