Historias de mi vida liberal: Dolça Catalunya, cuando la resistencia al independentismo supremacista catalán es un deber
Han pasado cinco años desde aquel acto inolvidable en el Centro Riojano de Madrid, donde Dolça Catalunya, Tabarnia y un puñado de héroes civiles nos recordaron que la dignidad no se negocia. En 2025, la situación en Cataluña confirma que tenían razón: el independentismo supremacista no ha cejado en su empeño de destruir España, ahora con Puigdemont moviendo hilos desde Waterloo, Junqueras reciclado como "moderado" y Sánchez convertido en su principal aliado en Madrid.
Dolça Catalunya no fue —ni es— un simple blog. Fue una trinchera moral cuando el Estado miraba para otro lado. Fue la voz de los catalanes libres, mientras el adoctrinamiento y la intimidación campaban a sus anchas. 36 ciudadanos valientes se levantaron entonces contra un proyecto totalitario que, disfrazado de democracia, no ha dejado de sembrar odio, división y miseria.
Los avisos de 2020 fueron claros. Miguel Martínez denunció el nacionalismo como una religión fanática, Girauta advirtió del desierto moral que venía, López Alegre habló de colaboración del Estado con los golpistas, y Aizcorbe, de la necesidad urgente de una reforma constitucional para cerrar las grietas por donde se cuela el veneno separatista.
¿Y qué hizo el Gobierno de España en todo este tiempo? Apaciguar, negociar, rendirse. Pedro Sánchez, obsesionado con su supervivencia política, ha entregado a los independentistas más poder, más recursos y más impunidad. Mientras tanto, los CDR siguen actuando, las instituciones siguen en manos del separatismo, y miles de catalanes siguen viviendo en una especie de exilio interior.
El independentismo nunca fue un movimiento de masas oprimidas. Siempre fue una minoría supremacista que soñaba con imponer su voluntad sobre todos los demás. La prueba está en los Països Catalans: un proyecto imperialista disfrazado de cultura. ¿Y la respuesta del Gobierno? Subvencionar. Ceder. Blanquear.
En 2025, cuando Puigdemont anuncia "consultas populares" y Junqueras pide "negociar el referéndum inevitable", recordamos aquellas palabras de Girauta: "Cataluña no es una sociedad enfrentada: ha habido un golpe de Estado contra la mayoría silenciosa".
Hoy, como entonces, la solución no pasa por nuevos pactos, concesiones o mesas de diálogo. Pasa por aplicar la ley. Por restaurar la justicia. Por un 155 de verdad, sin complejos ni plazos ridículos. Por una respuesta firme que devuelva la libertad a quienes llevan años resistiendo en las trincheras culturales y políticas.
Dolça Catalunya nos enseñó algo esencial: no basta con tener razón; hay que luchar por ella. El nacionalismo no descansa. Y la España constitucional tampoco puede permitirse hacerlo.
En enero de 2020 asistí a la presentación del libro Dolça Catalunya, en el Centro Riojano, en la que intervinieron el editor , el conseller en cap de la republica de Tabarnia Miguel Martínez, Juanjo Aizcorbe, diputado de Vox, Juan Carlos Girauta, periodista y anterior candidato por Toledo de Ciudadanos, Joan López Alegre, miembro de Tabarnia, escuso su presencia Albert Boadella Presidente de Tabarnia, y una sala repleta de invitados, dispuestos a comprar el libro que venia acompañado por una bandera de Tabarnia, la irónica republica con la que los catalanes con seny hacen frente a los independentistas supremacistas, hoy en el gobierno catalán, en la cárcel o fugitivos de la justicia española por el ilegal referéndum del 1 de Octubre. El libro está escrito por 36 héroes civiles, , sometidos a la violencia y al desprecio de los supremacistas, y sus fuerzas de choque , los CDR, que campan por sus respetos bloqueando carreteras, el aeropuerto y quemando contenedores y lanzando adoquines contra las fuerzas del orden. Mientras el gobierno de Madrid lleva ya bastantes años dejando hacer, mientras que sus representantes, la alta Inspección, los delegados del Gobierno no tienen nada que hacer, salvo los tribunales de justicia que si parece que condenan los desmanes y la violencia contra la Constitución y los derechos básicos del resto de los catalanes.
. Los miembros del blog Dolça Catalunya publicaban entonces un libro en el que ofrecían soluciones para el conflicto independentista. Hacía seis años, "unos idealistas" 36, según el editor Álex Rosal, se propusieron destapar las mentiras del nacionalismo catalán y abrieron un blog. Desde entonces, Dolça Catalunya ha recibido miles de visitas al día y se ha convertido en una de las páginas más señaladas por el independentismo. Tome nota de las intervenciones, aunque estas se ha publicado en el Blog que reproduzco:
"La pregunta es mucho más fácil de responder de lo que parece", dijo Miguel Martínez, mano derecha de Albert Boadella y representante de Tabarnia durante el acto. "¿Quién es nacionalista? El que escucha a Junqueras y a Puigdemont. ¿Y quién no lo es? El que los entiende". Para él, el catalanismo "funciona esencialmente como una nueva religión", que se mueve a base de fe —"también de dinero"—, y cuyo primer mandamiento es "el famoso ‘ahora paciencia, mañana independencia’ de Pujol. Advirtió también que nada diferencia al nacionalismo catalán de cualquier otro nacionalismo histórico. "Todos buscan lo mismo: exterminar al diferente". Y recordó que, observando la progresión que ha tenido en las últimas décadas, "es evidente que el siguiente paso, ya nos lo han avisado, será reclamar los Paisos Catalans, es decir, todos los lugares de fuera de Cataluña donde se hable catalán". Por último, se pronunció en nombre de
Boadella para pedir "una lista única que junte a PP, Vox y Ciudadanos en las próximas elecciones autonómicas".
Juanjo Aizcorbe, diputado de Vox en el Congreso, por su parte, destacó que "lo mejor del libro no es únicamente que plantee un problema y proponga un diagnóstico, sino que lo hace evitando la queja continua". "Es un libro, sobre todo, que propone soluciones", dijo, "y que no se acobarda a la hora de tocar temas importantes, como una posible reforma constitucional". En concreto, se refirió al "término 'nacionalidades' del artículo dos; y al artículo 150.2, que habla de las competencias exclusivas del Estado y de las competencias delegadas a las autonomías".
También reseñó que Dolça Catalunya es "una reflexión acerca del mal del nacionalismo, que nunca es pacífico, ya que, aunque no promueva la violencia explícita, sí que azuza otro tipo de violencia, como la muerte civil de todos aquellos que no comulguen con sus ideas". Y por eso, quiso "contestar a todos aquellos que tachan a los anti catalanistas de nacionalistas españoles". "Hay que saber diferenciar entre un nacionalismo excluyente y un patriotismo integrador".
Juan Carlos Girauta, habló en un tono algo más pesimista, y se lamentó de una situación "que no parecía que fuera a ir a mejor". "Llegó un momento determinado en el que algo cambió dentro de mí, después de tantos años de lucha. De pronto me di cuenta de que, si Cataluña tenía que ser lo que los independentistas están haciendo de ella, yo no quería ser catalán". "No quiero ver convertido en un desierto intelectual y moral el escenario de toda mi vida. Es algo que me destroza el alma", dijo, antes de añadir que, "sin embargo, todo lo que he visto estas últimas décadas es que la situación social de Cataluña es una pendiente descendente que no parece que se vaya a estabilizar".Destacó a dos personajes. "Por un lado Cambó, evidentemente, y por otro Pujol, que no está al nivel del primero, pero que algo que sí que tuvo siempre fue una perseverancia que no se puede negar". Girauta denunció que "todo lo que ha pasado en Cataluña llevaba escrito desde los noventa, en el Proyecto 2.000", y que "lo único que han hecho los independentistas ha sido cumplir lo que prometieron, dominando paulatinamente todas las instituciones de la Comunidad".El Catalanismo como Nueva Religión: Una Perspectiva desde Tabarnia
Miguel Martínez, mano derecha de Albert Boadella y representante de Tabarnia, abordó una cuestión que ha dividido profundamente a la sociedad catalana en los últimos años: ¿qué significa ser nacionalista?
Martínez afirmó con claridad que "la pregunta es mucho más fácil de responder de lo que parece". Según su definición, "¿Quién es nacionalista? El que escucha a Junqueras y a Puigdemont. ¿Y quién no lo es? El que los entiende". Esta reflexión, más profunda de lo que aparenta, apunta a una diferenciación no solo ideológica, sino también emocional e intelectual en la forma en que se percibe el discurso independentista.
Para Martínez, el catalanismo había evolucionado más allá de un movimiento político tradicional; funciona como una nueva religión. Esta "fe política" no se sustenta únicamente en razonamientos lógicos o propuestas de gestión pública, sino en una estructura emocional profunda, alimentada tanto por una esperanza de cambio como, en algunos casos, por intereses económicos. "Se mueve a base de fe —también de dinero", puntualizó, dejando en evidencia que los factores económicos no son ajenos al auge del independentismo.
El primer mandamiento de esta "religión", según Martínez, se puede resumir en la frase atribuida a Jordi Pujol: "Ahora paciencia, mañana independencia". Esta máxima ha servido de mantra durante décadas, manteniendo viva una promesa de futuro mejor que, para sus fieles, justifica años de espera, sacrificios y confrontación.
Desde la óptica de Tabarnia —movimiento que ironiza sobre las contradicciones internas del independentismo catalán y defiende una Cataluña integrada dentro de España—, esta forma de catalanismo no es simplemente un proyecto político, sino un fenómeno de naturaleza casi espiritual. La "fe independentista" pide creer a ciegas en un futuro incierto, más allá de los resultados concretos o de las consecuencias reales que pueda tener para la sociedad catalana.
Así, Miguel Martínez subraya un matiz fundamental: no es lo mismo escuchar que entender. Escuchar a los líderes independentistas sin crítica implica, para él, una adhesión ciega; mientras que entenderlos supone poder analizar sus discursos, detectar sus falacias, y en última instancia, rechazar sus postulados si se carece de una base sólida más allá de la emoción.
Con este enfoque, Tabarnia continúa planteando un reto incómodo pero necesario en el debate político catalán: ¿cuánta de la energía independentista está basada en realidades concretas y cuánta en una fe incuestionable? En una Cataluña cada vez más fragmentada, responder a esta pregunta no solo ayuda a entender el presente, sino a vislumbrar las posibilidades de reconciliación futura.
Además, "Nunca he conocido a un comunista o a un liberal que insulte a sus rivales políticos llamándoles comunistas o liberales. Es algo que sólo hacen los nacionalistas, y esa es la prueba de que ellos mismos, en su fuero interno, saben que su ideología es basura", dijo. Después, diagnosticó que "el tejido social en Cataluña está enfermo, pero porque uno de sus focos de infección es el PSC, que blanquea y legitima a los catalanistas, movido por un electorado ingenuo que se ha creído realmente que en Cataluña lo que hay son dos grupos sociales enfrentados". Y respondió: "No. En Cataluña lo que ha pasado es que unos han dado un golpe de Estado contra los otros". Por eso, terminó su intervención explicando que la única salida que le ve al conflicto es la instauración de "un 155 permanente durante varios años". Por mi parte le manifesté al acabar el acto que yo tenía un sentimiento similar al suyo, pero hacia Mallorca, de la que estoy muy informado, al recibir todos los días el “Ultima Hora”, las islas han sido igualmente corrompidas por los catalanistas que, aunque minoría influían decisivamente en el gobierno balear, Hasta que llegó Margarita Prohens del PP que necesitó de Vox para gobernar en la actualidad, Yo no deseaba tampoco, volver a mi tierra desde Madrid, donde he alcanzado la auténtica libertad. Aunque mi tierra nos haya enviado a la presidenta del Congreso, la sectaria Francina Armengol, amargándonos la vida a los que luchamos por la libertad.
Por último, intervino Joan López Alegre, antiguo diputado del Parlamento de Cataluña, y quiso "tomarse las cosas con la seriedad que tienen". "Porque una cosa que hay que tener clara es que la independencia de Cataluña, es decir, la desintegración de España, es posible", dijo. "De la misma manera, no es verdad que los sucesivos gobiernos centrales se hayan borrado de Cataluña. Lo que han hecho ha sido colaborar con los independentistas, directamente". Por eso, no consideró necesario "ni siquiera cambiar la Constitución. Lo único que hace falta es que se cumpla la ley".
Pero no bastó, ya que Miguel Martínez abandonó a sus héroes de Dolça Catalnya y finalmente se incorporó a VOX “porque según el, era la mejor opción para acabar con Pedro Sánchez y el separatismo” Con lo que se percibe una postura bastante clara: de rechazo hacia Pedro Sánchez (presidente del Gobierno en España) y una fuerte oposición al separatismo (probablemente refiriéndose al independentismo catalán, vasco, etc.).
Sobre el fondo: Miguel Martínez parece justificar su paso a VOX (partido de derecha a ultraderecha en España) no tanto por afinidad ideológica total, sino por un objetivo estratégico: "acabar" con Sánchez y el separatismo. Esto sugiere que su motivación es más reactiva que constructiva (es decir, más en contra de algo que a favor de algo).
Sobre la forma: La frase "acabar con" es bastante dura. Puede sonar agresiva y polarizante. En el contexto político actual en España, donde el debate es muy intenso y a veces crispado, este tipo de expresiones refuerzan esa tensión. No invita mucho al diálogo, sino más bien a la confrontación directa.