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Exhibición soberbia de un Atlético que deleita al Calderón

No era el día idóneo para perder un tren camino del Calderón. La alineación de Simeone, con Carrascco y Gaitán en bandas, como escuderos de Griezmann y Gameiro hacían presagiar la ofensiva del Atlético de Madrid. Lo que no entraba en el guión es que los rojiblancos exhibieran todo su potencial desde el inicio. El Sporting, al menos, no lo esperaba. Su defensa, fría y tenue, facilitó un balón a Gameiro en las inmediaciones del área. En concreto fue Isma López el que erró al tratar de conectar con Cuellar.

Un arranque fulgurante

El francés, cada vez más en sintonía con Griezmann, asistió a su compatriota para que éste abriera el marcador con apenas dos minutos transcurridos. Persistían la celebración entre la hinchada, cuando Gameiro recibió en la frontal. El galo miro a su izquierda, y ahí estaba, como casi siempre, Filipe Luis, Trazaron una rápida pared, que permitió a Gameiro plantarse en el área, aunque algo escorado. Pero no importó el ángulo. Se perfiló, y con un potente derechazo cerró el mejor arranque en tiempos de un Atlético desatado.

Situación difícil de asimilar de un Sporting que con el transcurso de los minutos trató de reestructurarse. Por momentos tomó el balón, y hasta Cop pudo acortar diferencias. Sin embargo, el tempo del encuentro lo marcaban en todo momento los pupilos de Simeone, que ahora preferían aguardar atrás. Y salir rápido, claro. Rozada la media hora, en una de esas contras, los colchoneros casi obran uno de los tantos de la Liga. Griezmann metió un balón entre líneas que Filipe Luis tocó de primeras para Gameiro. El tanto del francés fue anulado, pese a que Amorebieta habilitaba al delantero.

Griezmann, en estado de gracia

Había que resarcirse, o eso debió pensar Griezmann tres minutos después. El ‘siete’ anotó un golazo desde la frontal tras un pase de Koke. Un tanto que ensalzó el idílico momento que atraviesa un jugador que, a buen seguro, le va a costar retener al Atlético de Madrid. El Sporting atravesada un envite complejo, debido a la incapacidad de Cop para bajar a recibir y asociarse con la segunda línea, siempre muy superada. Tan sólo Burgui lo volvió a intentar antes del descanso.

En el bando rival todo eran facilidades. El sistema de Abelardo no ofreció ningún resultado. Ni a la hora de replegar conseguían el efecto esperado. Hasta siete hombres llegó a juntar, y el Atlético, con suma facilidad, combinaba con desparpajo ante la parsimonia de la zaga gijonesa. Hubo tiempo para que Carrasco estrellara un balón en el poste, y para que Gameiro fallara un mano a mano. Que sólo fueran tres goles y no un puñado, la mejor noticia para los visitantes.

La propuesta del Sporting tras la tregua resultó muy raquítica. Sin apenas intensidad, abandonaron cualquier opción de ir a reducir los daños de la primera mitad. Al Atlético no le importó en absoluto, y combinó con transiciones rápidas que hicieron disfrutar al Calderón, pese a que el ritmo del encuentro se había desvanecido. Griezmann era el más feliz sobre la cancha. Tanta soltura y comodidad tenía el francés, que bajó asiduamente al centro del campo para tomar las riendas de su equipo.

Pero su omnipresencia era tal que además de crear la jugada siempre estaba para acabarla. Antes de ser sustituido pudo acrecentar su cuenta goleadora, pero su remate se estrelló en el lateral de la red. Al ser sustituido recibió una atronadora ovación, similar a la que se había ganado Gameiro minutos antes. Carrasco, que no convenció a Simeone, se marchó en el descanso sin escuchar un solo aplauso.

Torres, sobrado

Sólo llevaba unos minutos en el campo, pero Fernando Torres respondió al cariño del público con el cuarto tanto. Filipe Luis tocó para correa, que entró con rapidez y desequilibrio por la banda izquierda hasta alcanzar la línea de fondo. Ahí metió un buen balón al área, donde el de Fuenlabrada aguardaba en el primer palo para meter el pie y empujar a la red el esférico.

Poco después el Sporting trató de obrar el gol de honor sin fortuna, aunque en su mejor acción del encuentro. Fue Nacho Cases, que muy escorado estrelló el balón en el lateral de la red. Todo parecía concluido, cuando Gaitán, que cuajó un partido muy completo, fue derribado en el área. El colegiado no dudó un instante y señaló la pena máxima. Parte del estadio coreaba a Godín, pero mandaron los galones y el ‘niño’ colocó el balón a once metros de la portería de Cuellar, para luego engañarle a la perfección.

Los dos tropiezos del inicio de campaña parecen olvidados para el Atlético de Madrid, que por segundo partido consecutivo en Liga obró una goleada. Y lo mejor para los de Simeone, más allá del resultado, fueron las sensaciones. El Sporting, sin ningún tipo de reacción, se marcha a Gijón tras un gris duelo. 

Alberto Puente