Los de Tite ejecutaron un partido en el que demostraron su superioridad desde el pitido inicial. Brasil, en la primera parte, no buscó tener la posesión del balón durante la primera parte sino que en todo momento trató de ser efectiva de cara a la portería rival. Corea del Sur viendo que Brasil no trataba de dominar la posesión del balón, optó por basar su juego en posesiones largas con las que tratar de filtrar balones a sus delanteros para poder causar peligro.
A los pocos minutos de comenzar el partido y tantear el terreno, el extremo derecho brasileño, Raphinha, robó un balón que en principio parecía controlado por Jin-su Kim. Acto seguido le envió un centro preciso a Vinicius Jr. que se encontraba en el segundo palo. Vinicius, controló y definió para abrir el marcador para la canarinha.
Minutos después, Richarlison provocaba un penalti para Brasil e iba a ser un Neymar, lleno de confianza tras volver de su lesión, el que iba a ejecutarlo sin piedad para poner el segundo gol en el marcador. Los goles no iban a dejar de llegar, quince minutos después del penalti que anotó Neymar, los brasileños volvían a celebrar un gol, esta vez de Richarlison con asistencia de Thiago Silva. En menos de diez minutos, el resultado se volvía a ampliar para Brasil convirtiéndose el encuentro en una verdadera goleada. Corría el minuto treinta y seis, Vinicius envió un balón medido para que Paquetá rematase a placer y pusiera el 4-0.
En la segunda parte, Brasil bajo el pie del acelerador, pues dio por bueno el resultado. Se comenzaron a suceder cambios en la canarinha para dar descanso a los jugadores más habituales y conceder oportunidades a los que menos minutos acumulaban. El resultado, iba a variar en los últimos minutos con un gol anecdótico de Corea del Sur.