Marruecos: sunitas contra chiitas
Aunque hace ya un mes Rabat rompió relaciones con Irán, el hecho, de enorme importancia en el mundo árabe e islámico, ha pasado casi inadvertido en Europa y Estados Unidos.
Ignacio Cembrero, tal vez el periodista español que mejor conoce el reino alauita, ha descubierto esta ruptura explicando de paso las razones esgrimidas por las autoridades marroquíes para justificarlas. El Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí pidió la retirada del embajador iraní alegando su "activismo doctrinario para alterar los fundamentos religiosos del reino y amenazar la unicidad del culto musulmán sunita de rito malakita".
Relacionada con esta expulsión, las autoridades marroquíes han clausurado la escuela iraquí de Rabat pretextando lo mismo: hacer proselitismo chií, y aunque los padres de los alumnos se manifestaron en varias ocasiones, la escuela sigue cerrada y así seguirá mientras no restablezcan las relaciones entre los dos países, algo bastante improbable.
Todo este zafarrancho parte de las declaraciones de Ali Akbar Nouri, jefe del gabinete del "guía supremo" de la revolución iraní, Ali Jamenei, que reivindicó la isla de Bahrein, país independiente y soberano, como la decimocuarta provincia de la República Islámica. Rabat reaccionó inmediatamente a esta política expansionista del régimen de los ayatolás y aprovechó la oportunidad para acabar con la influencia y el proselitismo chií en el reino, librerías donde se vendían opúsculos de inspiración chií y demás literatura fueron clausuradas por la policía, y varias decenas de ciudadanos devotos de este culto en ciudades como Tánger y Casablanca han sido detenidos.
Además de las razones estrictamente religiosas, la reacción marroquí se explica por el alineamiento de los chiíes marroquíes con las tesis de Hezbollah, el partido libanés chiita que ha provocado en el Líbano y en Israel problemas gravísimos de violencia en contra de las instituciones y los fieles de la otra gran rama del islam, el sunismo, cuya interpretación según el rito malakita constituye la religión oficial de Marruecos. Hezbollah ha denunciado en varias ocasiones las "discretas relaciones económicas y de todo tipo" que el reino mantiene con Israel, lo que sin duda coadyuvó a la decisión de acabar con los chiitas marroquíes y sus predicadores. El número de fieles de esta interpretación en Marruecos es de unos cuantos miles, los cuales, según los organismos de derechos humanos, no amenazan la estabilidad del reino. Las autoridades marroquíes han acusado en varias ocasiones a los propagandistas chiíes de hacer proselitismo no sólo en el interior del país sino también en la emigración marroquí diseminada en países europeos.