Este 24 de agosto se cumplen nada menos que 20 años desde aquella tarde mágica en la que, desde el circuito de Hungaroring, Fernando Alonso daba a España su ansiada primera victoria en la Fórmula 1. A los mandos de su Renault, el joven ovetense, tras una carrera magistral – en la que llegó a doblar a nada menos que a Michael Schumacher en la era de apogeo de Ferrari, aunque en 2003 no fueran tan dominantes como en 2002 o 2004, hacia temblar a todo un país. Fue el momento en el que comenzó la Alonsomanía como tal.
En aquellos momentos no se hablaba de F1 en las calles y las redes sociales eran inexistentes aún. Pocos conocían que un tal Alonso estaba haciéndose notar desde 2001 (cuando debutaron también otros grandes como Kimi Räikkönen y Juan Pablo Montoya), cuando debutó con Minardi (la actual Alpha Tauri), después de haber debutado dos años antes Pedro Martínez de la Rosa y Marc Gené. Para 2003 Gené ya no tenía asiento de carreras, pero era probador de Williams, entonces equipo puntero tratando de volver a las glorias de los ochenta y noventa. De la Rosa, tras haber lidiado con los horribles Jaguar en años anteriores, recaló como probador en McLaren.
Alonso, guiado por Flavio Briatore, había volado desde ganar la Open by Nissan en 1999, un año en F3000 y, después de un año en Minardi, recaló en Renault, la antigua Benetton con la que Schumacher ganó sus dos primeros títulos mundiales en 1994 y 1995. Tras un año de pruebas, en 2003 fue ascendido a titular junto a Jarno Trulli y pronto estaba superando al veterano italiano. En Malasia logró su primera pole position y su primer podio, superado por un Räikkönen que, con su alegría habitual (exteriormente ninguna, ganándose al apodo de ‘Iceman’), celebró su primera victoria en F1.
Un viaje a la F1 de 2003, primer año de Alonso como piloto oficial de Renault
Renault, en aquel 2003, era el cuarto equipo de la parrilla por detrás de Ferrari, McLaren y Williams, peleando contra equipos como BAR, Jordan, Sauber y Toyota – más atrás solían estar los Jaguar así como Minardi, el equipo más modesto de la parrilla (donde ese año corría Jos Verstappen, padre de Max). Por tanto, ya era un éxito lograr puntos en una época en la que aún puntuaban sólo los seis primeros, en lugar de los diez primeros como en la actualidad. Más aún lo fue el podio de Alonso en Malasia, superando de nuevo a un Trulli que supuestamente era un especialista en las clasificaciones de los sábados.
Hungría fue la 13º de la temporada – para entonces, Schumacher y Räikkönen eran los claros candidatos al título, Schumacher tras acumular victorias en San Marino, España, Austria y Canadá y Räikkönen por su constancia, además de su victoria en Malasia. El resto de victorias habían caído en manos de David Coulthard en el otro McLaren, los Williams de Ralf Schumacher y Juan Pablo Montoya así como en Rubens Barrichello, quien ganó un Gran Premio de Gran Bretaña marcado por la irrupción de un pastor irlandés en la pista.
Además está el Gran Premio de Brasil, una carrera singular que terminó con victoria en los despachos del Jordan de Giancarlo Fisichella después del accidente de Alonso – pese a acabar la carrera siendo trasladado al hospital, al ondear la bandera roja y declararse oficiales los resultados de dos vueltas antes del accidente, Alonso obtuvo allí su segundo podio consecutivo en Fórmula 1. Ahora bien, no pisó el podio en el resto de la temporada…hasta Hungría.
Hungaroring, un circuito diferente
El circuito de Hungaroring siempre ha dado carreras para el recuerdo: está el adelantamiento magistral de Nelson Piquet a Ayrton Senna en la carrera inaugural en 1986, la remontada de Nigel Mansell en 1989 para superar a Senna o el esperado título de Mansell, que se certificó también aquí en 1992. También hubo historia de ‘underdog’ en 1997, cuando Damon Hill, con un modesto Arrows que a duras penas acababa carreras o estaba al final del pelotón, clasificó delante y a punto estuvo de ganar la que hubiera sido la única victoria para el equipo. Un cruel fallo de transmisión en la última vuelta le apartó de la victoria, acabando segundo tras Jacques Villeneuve.
Alonso ya conocía Hungaroring de haber corrido tanto en 2001 con Minardi como en 2000 en Fórmula 3000, llegando a ser segundo de hecho. Ahora bien, el chasis del Renault demostró adaptarse a la perfección al revirado circuito húngaro, el más lento de todo el calendario de aquel entonces salvo por el circuito urbano de Mónaco. Como dato de interés, Renault escogió Hungría para darle una sesión a su probador Allan McNish, eterno probador para equipos punteros en los 90 que solo tuvo la temporada 2002 como piloto oficial. Fue de sus últimas apariciones antes de tener una exitosa carrera en resistencia, ganando Le Mans con Audi en varias ocasiones.
En clasificación, Alonso logró una vuelta estratosférica de 1:21.688, superando tanto a los Williams de Ralf Schumacher y Montoya como al Jaguar de Mark Webber – quien, gracias a lo particular que es el trazado, logró colocar el bonito, pero no tan rápido bólido verde en la segunda fila. Más atrás estaban Barrichello, Trulli (a casi un segundo de Alonso), Räikkönen, Schumacher y Coulthard. Los Williams, por tanto, iban a ser su rival principal en la carrera.
Alonso, dominante de principio a fin aquel 24 de agosto de 2003
La amenaza de los Williams se disolvió en la misma salida. Los dos coches con motor BMW tuvieron arrancadas horrendas de modo que Alonso y Webber lideraban el pelotón. Esto benefició a Alonso dado que el Jaguar de Webber pronto tendría ritmo de Jaguar, de modo que en 13 vueltas el asturiano ya tenía más de veinte segundos de ventaja. Tras una vueltas en las que, después de parar, Räikkönen era líder, Alonso retomó la cabeza de carrera. Los Ferrari y McLaren no eran capaces de cazarle.
Y es que Hungaroring, históricamente, siempre fue un circuito donde adelantar era muy difícil, con o sin el DRS actual. Aún con más velocidad, el ratonero trazado situado cerca de Budapest ofrece pocas ocasiones claras para adelantar. Que se lo digan a de la Rosa, quien se pasó toda la carrera de 2002 en su Jaguar embotellado tras el Toyota de Mika Salo, quien rodaba mucho más lento pero sin hueco para pasar al finés.
La carrera pudo haber cambiado si la FIA hubiera sacado el Safety Car tras un fuerte accidente de Barrichello en la vuelta 19, pero no lo hizo. Esto permitió a Alonso mantener la ventaja sobre Räikkönen y los demás, tanto que se mantuvo al frente después de hacer su segunda parada. Mientras tanto, Trulli, en uno de sus conocidos como ‘Trulli trains’ (cuando al italiano le faltaba ritmo en carrera, pero era capaz de defender su posición contra varios pilotos que formaban una cola detrás suya), retenía a los dos Schumacher y a Montoya.
Tanto Trulli como Webber, en estrategias diferentes, estaban frenando a los coches punteros, los cuales tenían que ver al Renault y al Jaguar en pista. Räikkönen y Montoya se los quitaron de en medio antes que Ralf Schumacher mientras que Michael tuvo un ritmo desastroso ese día – una decepción, tal como declaró después el mítico jefe de equipo de Ferrari (y posterior presidente de la FIA) Jean Todt. Alonso estuvo volando aquella tarde del 24 de agosto sin que ninguno pudiera hacerle frente.
Y así, tras 70 vueltas, los españoles que estaban viendo TVE escuchaban como, con orgullo y satisfacción, Alonso cruzaba la línea de meta y por primera vez sonaba el himno de España en la F1. Lo habían intentado muchos antes, como Gené, de la Rosa, Adrián Campos (mentor del propio Alonso), Luis Pérez Sala, Emilio de Villota o quien, si el destino lo hubiera querido, hubiera sido el primero en conseguirlo, Alfonso de Portago. Por no hablar de pilotos menos recordados como Paco Godia, Juan Jover, Antonio Creus, Alex Soler Roig y Emilio Zapico.
Más tarde llegarían Jaime Alguersuari, Roberto Merhi y Carlos Sainz, quien entonces era un simple chaval fan del propio Alonso. Pero si ha habido un piloto que ha revolucionado España en materia de automovilismo, es Alonso – como hiciera Carlos Sainz (Matador) en la década de los noventa con sus dos títulos mundiales junto a Luis Moya y Toyota.
Un joven ilusionado de 42 años
Aquella tarde fue el verdadero comienzo de la Alonsomanía, junto con la migración de la F1 de TVE a Telecinco, que empezaría en 2004. No hubo victorias de Alonso aquel año, pero se preparó el terreno para que España vibrase con los éxitos de 2005 y 2006, cuando Alonso conquistó la gloria. El resto de la historia es ya conocida: 32 victorias en F1 (por ahora), una retirada y un retorno, una aparición en el Dakar, victoria en las 24 Horas de Daytona y dos en las 24 Horas de Le Mans, campeón mundial de resistencia…como se puede ver en su propio museo, Alonso es muchísimo más que un (hipotético) 33 y camisetas de Aston Martin.
Desde entonces el ovetense, curiosamente, no ha ganado ni una sola vez en Hungría. Iba a hacerlo en 2006 cuando aquella tuerca mal apretada le dejó fuera de carrera yendo líder en la que sería la primera victoria de otro gran campeón mundial, Jenson Button.
Ya no es un joven de 22 que espera tener una larga trayectoria deportiva, sino un joven de 42 años cuya trayectoria deportiva parece no tener fin y parece que, siga en F1 los años que siga o decida volver al Dakar o las 500 Millas, parece que no dejará de correr mientras el cuerpo se lo permita. Algo que recuerda a otro gigante español: Carlos Sainz, ‘Matador‘, quien sigue dando guerra en el Dakar más allá de los 60 años con una fuerza inmensa.