Este lunes, José Díaz, un joven onubense de 33 años, ha fallecido después de recibir la ayuda necesaria para poner fin a su sufrimiento, una decisión que exigía desde el año 2022 debido a una necrosis cerebral que le dejó con secuelas irreversibles, como la pérdida de la vista y el habla.
Fuentes cercanas a la familia han confirmado este triste desenlace, manifestando el deseo de que el caso de José sirva como ejemplo para garantizar el cumplimiento de la última voluntad de quienes padecen enfermedades graves y solicitan el derecho a la eutanasia, una lucha que han tenido que librar para que se respetara.
«Su última voluntad era que las cosas cambiaran y que nadie más tuviera que pasar por la situación que él enfrentaba desde hace más de tres años«, expresó su hermana, destacando que José se fue «con serenidad, sosteniendo nuestras manos». Aunque la familia atraviesa sentimientos encontrados, calificando el día como duro y afirmando sentirse rotos, también se muestran satisfechos, reconfortados por el hecho de que el tránsito de José fue breve.
El pasado 21 de febrero, ante la preocupación por la situación de José, la consejera de Salud y Consumo, Catalina García, mencionó que «los médicos eran objetores» y que se estaba trabajando en la movilización de un equipo móvil para atender a aquellos pacientes en provincias donde había dificultades por la objeción de conciencia de los profesionales. Aseguró que este caso se resolvería pronto. Poco después, la Comisión de Garantía y Evaluación para la prestación de ayuda para morir de la Junta autorizó la ayuda para José, siendo finalmente practicada este mismo lunes.
La historia de José Díaz resalta la importancia de garantizar el derecho a la eutanasia para quienes padecen enfermedades graves e irreversibles, y su caso impulsa la necesidad de legislar para garantizar este derecho y evitar sufrimientos innecesarios en el futuro.