jueves, noviembre 21, 2024
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Historias de mi vida liberal: los sefardíes o judeo-españoles hoy día ante Israel, Hamás y Hezbolá

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Bernardo Rabassa
Bernardo Rabassa
Librepensador. Maestro Nacional. Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras y Diplomado en Psicología Industrial por la Universidad Complutense de Madrid.

En España, utilizamos el término sefardí para referirnos a los descendientes de los judíos expulsados de la Península Ibérica a finales de la Edad Media, que en su diáspora formaron comunidades en diversos países de Europa, el Mediterráneo Oriental y el Norte de África. Por ello para los sefardíes Sefarad es España, es decir que se consideran españoles. Puede considerarse que la diáspora sefardí empieza ya a finales del siglo XIV, cuando la oleada de asaltos a juderías y matanzas de 1391 –y las subsiguientes conversiones forzadas impulsaron al exilio a un cierto número de judíos, que se refugiaron mayoritariamente en las comunidades judías que ya existían en el Norte de África e Italia. La expulsión de los judíos de Castilla y Aragón por los Reyes Católicos en 1492 arrojó fuera de estos reinos a un contingente de cerca de cien mil judíos, que fueron a asentarse en algunos lugares de Europa (Italia, el sur de Francia o Portugal), en el reino de Marruecos, o en las tierras del Mediterráneo Oriental que pertenecían al entonces pujante y extenso imperio otomano. En 1497 se expulsa a los judíos del reino de Navarra. A raíz del matrimonio del rey don Manuel I de Portugal con la infanta Isabel de Castilla, hija de los Reyes Católicos, en 1497 se decretó la expulsión de los judíos de Portugal, que al final no se ejecutó como tal expulsión, sino que se concretó en una masiva conversión forzada en 1498. Muchos de los convertidos (cristãos novos o cristianos nuevos) mantuvieron a escondidas la práctica de la religión de sus mayores, cosa que fue posible en gran medida porque en Portugal no actuó la Inquisición hasta 1540. Estos conversos criptojudíos (con frecuencia llamados despectivamente marranos) fueron, a su vez, el germen de comunidades sefarditas en los Países Bajos, en Inglaterra, en Hamburgo, en ciudades italianas como Ferrara o Ancona, o en las colonias portuguesas y holandesas de América; a lo largo de los siglos XVI y XVII, algunos conversos abrazaron abiertamente el judaísmo y se integraron en las comunidades sefarditas de Marruecos o del Oriente Mediterráneo.  Los sefardíes que tienen incluso publicaciones periódicas en judeo-español, tienen una gran añoranza de su tierra de origen y como me ocurrió a mí con un sefardí en Jerusalem, se quejaban amargamente de haber sido expulsados, y se consideraban robados e incluso pensaban en el regreso guardando las llaves de sus casas antiguas en España. 

El Legado de los Sefardíes: Nostalgia y Resiliencia a través de los Siglos

La historia de los sefardíes, los judíos de origen español, es una crónica de resiliencia, de supervivencia cultural y de un profundo sentimiento de nostalgia por una tierra que, aunque lejana en el tiempo y el espacio, sigue viva en sus corazones. A lo largo de los siglos, estos descendientes de los judíos expulsados de España en 1492 han mantenido viva la memoria de su hogar ancestral, transmitiendo de generación en generación no solo su fe y tradiciones, sino también el dolor de la diáspora.

El Origen de la Diáspora Sefardí. La expulsión de los judíos de España en 1492, ordenada por los Reyes Católicos, marcó el inicio de una diáspora que dispersó a los sefardíes por todo el Mediterráneo y más allá. Muchos judíos se vieron obligados a convertirse al cristianismo para evitar el exilio, pero incluso como conversos —llamados despectivamente «marranos”siguieron practicando su fe en secreto, convirtiéndose en criptojudíos.

Estos criptojudíos, a pesar de las persecuciones y la Inquisición, lograron preservar su identidad religiosa. Con el tiempo, algunos de ellos encontraron la oportunidad de salir del ámbito cristiano y abrazar abiertamente el judaísmo, integrándose en comunidades sefarditas establecidas en lugares como los Países Bajos, Inglaterra, Hamburgo, Italia y, eventualmente, en las colonias portuguesas y holandesas en América.

La Creación de Nuevas Comunidades. Durante los siglos XVI y XVII, los sefardíes establecieron comunidades prósperas y culturalmente vibrantes en distintas partes del mundo. En ciudades como Ferrara y Ancona en Italia, o en Ámsterdam, los sefardíes no solo reconstruyeron su vida comunitaria sino que también jugaron un papel crucial en el desarrollo económico y cultural de sus nuevas patrias.

En Marruecos y en el Oriente Mediterráneo, los sefardíes encontraron refugio y un ambiente más propicio para vivir abiertamente su fe. Allí, establecieron comunidades que se convirtieron en importantes centros de la vida judía, manteniendo vivas sus tradiciones españolas y el idioma judeoespañol, también conocido como ladino.

Nostalgia y Resistencia Cultural. A pesar de haber sido arrancados de su tierra natal, el vínculo de los sefardíes con España nunca se rompió del todo. Muchas familias sefardíes han conservado, a través de los siglos, las llaves de las casas que dejaron atrás, como un símbolo tangible de su conexión con la tierra de sus ancestros. Estas llaves no solo son un recordatorio de lo que perdieron, sino también un testimonio de su esperanza inquebrantable de algún día regresar.

La nostalgia por España se manifiesta de múltiples maneras. En Jerusalén, por ejemplo, no es raro encontrarse con sefardíes que hablan con amargura sobre la expulsión, recordando con tristeza la riqueza cultural y espiritual que se perdió cuando fueron forzados a abandonar su hogar. Al mismo tiempo, esa nostalgia ha dado lugar a una resistencia cultural única. A través de publicaciones periódicas en judeoespañol y la conservación de costumbres, los sefardíes han logrado mantener vivo el espíritu de Sefarad (nombre hebreo para España) en sus comunidades.

El Sueño del Retorno. El anhelo de retorno ha sido un tema recurrente en la historia sefardita. Aunque muchos han encontrado nuevos hogares, la idea de regresar a España sigue siendo poderosa para algunos. Este sentimiento ha sido particularmente palpable en los últimos años, cuando la posibilidad de obtener la nacionalidad española, ofrecida a los descendientes de sefardíes expulsados en 1492, se convirtió en una realidad. Este gesto, aunque simbólico, ha reavivado el deseo de muchos sefardíes de reconectar con su herencia española

Los sefardíes, pues, han demostrado, a lo largo de los siglos, una capacidad extraordinaria para preservar su identidad y sus tradiciones, a pesar de la dispersión y la adversidad. Su nostalgia por España no es solo un recuerdo del pasado, sino un elemento vital de su identidad colectiva. A través de su cultura, su idioma y su historia, los sefardíes continúan rindiendo homenaje a la tierra que nunca han olvidado, manteniendo viva la esperanza de un reencuentro, ya sea físico o espiritual, con Sefarad.

 El hermanamiento de mi club rotario de Ptª de Hierro con el de Jerusalem ayudó a tender puentes entre España e Israel en 1989, cuando yo era presidente del mismo y amigo de Shlomo.Ben Ami Ministro de Exteriores, antiguo embajador en España, en un momento de distanciamiento por la causa árabe. Así pues. en 1989, un acontecimiento significativo tuvo lugar en el ámbito de las relaciones internacionales y la diplomacia civil cuando el Rotary Club Puerta de Hierro de Madrid, bajo mi presidencia, concretó el hermanamiento con el Club Rotario de Jerusalén. Este acto, que en su esencia simboliza la fraternidad y la colaboración entre dos entidades, trascendió su propósito inicial para convertirse en un puente clave entre España e Israel en un momento crítico de las relaciones bilaterales.

La década de 1980 fue un período marcado por tensiones diplomáticas entre España e Israel, particularmente debido al complejo panorama geopolítico del Medio Oriente y la influencia de la causa árabe en la política exterior española. La postura de España, que mantenía relaciones diplomáticas con el mundo árabe, limitaba el diálogo abierto con Israel, lo que resultó en un distanciamiento que se sentía en diversos niveles, desde lo gubernamental hasta lo social.

En este contexto, el hermanamiento entre nuestro club y el de Jerusalén se erigió como un esfuerzo pionero para tender puentes y promover el entendimiento mutuo. La amistad personal que compartía con Shlomo Ben Ami, quien en ese momento era un influyente diplomático israelí y más tarde se convertiría en Ministro de Asuntos Exteriores, jugó un papel crucial en este acercamiento.

Shlomo Ben Ami, que había sido embajador de Israel en España, era una figura respetada y admirada por su compromiso con la paz y el diálogo. Su experiencia en España y su profundo conocimiento de la cultura y la política española facilitaron la construcción de canales de comunicación y entendimiento entre nuestras naciones. Su apoyo y colaboración fueron fundamentales para que este hermanamiento se convirtiera en un éxito.

El acto de hermanamiento, celebrado con la solemnidad y el respeto que merece la ocasión, fue más que un mero símbolo de amistad entre dos clubes rotarios. Representó un compromiso conjunto para trabajar hacia objetivos comunes, fomentar el entendimiento intercultural y, sobre todo, demostrar que incluso en tiempos de tensión política, existen vías para la cooperación y la paz.

La colaboración que surgió de este hermanamiento incluyó intercambios culturales, proyectos humanitarios y diálogos que ayudaron a romper barreras y construir un entendimiento más profundo entre los pueblos de España e Israel. Esta relación no solo fortaleció los lazos entre nuestros clubes, sino que también contribuyó a mejorar las percepciones mutuas entre los ciudadanos de ambos países.

Hoy, al mirar hacia atrás, es evidente que este hermanamiento jugó un papel modesto pero significativo en la historia de las relaciones entre España e Israel. En un momento en que los canales diplomáticos formales enfrentaban obstáculos, el Rotary Club Puerta de Hierro y el Club Rotario de Jerusalén demostraron que la diplomacia ciudadana puede ser una poderosa herramienta para construir puentes y promover la paz.

Según Eli Cohén  ¿por qué España otorga la nacionalidad a los sefardíes?, en un artículo en Esglobal comentaba en 2014 “Desde finales del siglo XIX, los sucesivos gobiernos españoles han ido otorgando instrumentos legales a los sefardíes de todo el mundo para que puedan acceder a la nacionalidad española previa acreditación de «circunstancias excepcionales». Pero estas siempre han pecado de falta de concreción. La nueva Ley para conceder la nacionalidad a los sefardíes, a la espera de pasar el control legislativo, sigue, no obstante, planteando cuestiones que adolecen de indeterminación como, por ejemplo, la definición de sefardí o la vinculación a España de estas comunidades.

    A la hora de verificar la pertenencia al colectivo sefardí, los apellidos suelen ser una de las pruebas principales, aunque no la única. Además de la vinculación a las tradiciones y a las costumbres sefardíes, que inequívocamente tienen relación íntima con la religión judía, también es fundamental haber conservado el idioma judeoespañol. El ladino -y sus derivaciones como la haketía- es un dialecto que mezcla hebreo y español, hablado en países no hispanoparlantes como Grecia, Turquía o Israel, y que ha sido transmitido de generación en generación desde hace más de 500 años. Actualmente lo hablan, si atendemos a la estimación de la propia UNESCO, unas 100.000 personas solamente en Israel. Estas características las ostentan, según las cifras más serenas expuestas el año pasado por el experto demógrafo Sergio della Pergola, alrededor de 2.200.000 personas en todo el mundo, existiendo el más importante núcleo de población en Israel, así como en Sudamérica, Canadá, Francia o Turquía.

    En 2014, tras el anuncio del ministro de Justicia español, Alberto Ruiz-Gallardón, el 7 de febrero, de la aprobación del anteproyecto de Ley para agilizar la concesión de la nacionalidad española a los sefardíes, los consulados españoles en Israel -y en menor medida en Turquía y Venezuela- se colapsaron. Durante la Segunda Guerra Mundial diplomáticos españoles como Ángel Sanz Briz o Sebastián Radigales salvaron de los campos de exterminio, según las estimaciones de Haim Avni, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, a unos 40.000 judíos alegando a las autoridades nazis que eran sefardíes, y por tanto, protegidos de España. En 1968, tras la Guerra de los Seis Días, España concedió la nacionalidad española a 110 judíos egipcios que habían sido apresados por el gobierno de Gamal Abdel Nasser, y durante la Guerra de los Balcanes, el gobierno español también concedió la nacionalidad a 59 sefardíes de Bosnia-Herzegovina. Así lo sentenció el sefardí griego Isaac Alschen Saporta, en un discurso en el Ateneo de Madrid el 2 de diciembre de 1916:»Españoles fuimos, españoles somos y españoles seremos.»

     Los gobiernos españoles han querido resarcirse del «error histórico» de expulsar a los judíos y las motivaciones para ello han sido fundamentalmente históricas, morales y sentimentales”. El mismo fin de semana que el gobierno anunciaba la aprobación del anteproyecto que nos ocupa, la Conferencia de Presidentes de las Comunidades Judías de EE UU, de visita en España, fue recibida con estas palabras del rey: «Nuestro país busca fortalecer más sus lazos sociales, culturales y emocionales con las comunidades sefardíes en todo el mundo y con las organizaciones judías como las que ustedes representan». A este respecto, el líder de la Conferencia de Presidentes, Malcolm Hoenlein, transmitía el deseo de construir una alianza en el Mediterráneo en donde Israel y España jugaran unos papeles clave. Hoenlein lo explicaba así:»Buscamos la posibilidad de construir una alianza del Mediterráneo en la que España sería un pilar y en la que Israel lo sería también por otro lado.  Esta nueva ley, en suma, es un movimiento inequívocamente inteligente. Se cierra por fin un ciclo de más de 500 años resarciendo una injusticia histórica y a la vez se da un paso importante para conseguir un papel mediador y de peso en el Mediterráneo”, eso en opinión de Eli Cohen, pero según la mía que soy mallorquín y que he tenido que soportar la cuestión “xueta” es doblemente importante, pues he vivido personalmente, la marginación de los descendientes conversos que, a lo largo de la historia,  han conservado conciencia colectiva de su origen, por ser portadores de alguno de los apellidos, afectado por las condenas inquisitoriales por cripto-judaísmo en el último cuarto del siglo XVII, o por estar estrechamente emparentados con ellos.

 Históricamente han sido estigmatizados y segregados, por lo cual, y hasta la primera mitad del siglo XX, han practicado una estricta endogamia. Hoy en día, entre 18.000 y 20.000 personas en la isla son portadoras de alguno de estos apellidos, e incluso algunos de ellos como Miguel Segura, el periodista amigo mío, han regresado a la fe de sus mayores y ha sido admitidos de nuevo en las sinagogas. Shalom Israel(La paz sea contigo, Israel).

Los Xuetas en Mallorca y Su Acercamiento al Judaísmo Internacional

En el corazón del mar Mediterráneo, Mallorca es conocida por sus playas paradisíacas y su vibrante historia. Sin embargo, uno de los aspectos menos conocidos pero fascinantes de su historia es la comunidad de los xuetas. Este grupo, descendiente de judíos conversos, ha jugado un papel intrigante en la historia de la isla y, en las últimas décadas, ha buscado acercarse al judaísmo internacional.

Los xuetas son descendientes de judíos que fueron forzados a convertirse al cristianismo durante la Inquisición en el siglo XV. A pesar de su conversión forzada, muchos de estos judíos mantenían en secreto prácticas y costumbres judías, lo que les valió el estigma de ser considerados como herejes por la sociedad cristiana.

La historia de los xuetas se entrelaz,a incluso en el Siglo XVII con la de la Inquisición, que persiguió a aquellos que eran sospechosos de judaísmo. Aunque los xuetas eran oficialmente cristianos, muchos preservaron aspectos de su identidad judía en secreto. Esta doble vida dio lugar a una comunidad única en Mallorca, marcada por un legado de resistencia y adaptación.

Durante siglos, los xuetas enfrentaron discriminación y aislamiento. A pesar de su cristianización, se les consideraba socialmente inferiores y fueron objeto de estigmatización por su origen. Las familias xuetas vivían en un entorno de segregación y enfrentaron limitaciones significativas en sus oportunidades económicas y sociales.

La Inquisición persiguió a los xuetas con rigor, pero su persistencia en mantener algunas tradiciones judías en secreto es testimonio de la profunda conexión con sus raíces. Este legado de resistencia se ha convertido en una parte esencial de su identidad.

El Renacimiento del Interés por el Judaísmo

En tiempos recientes, ha habido un resurgimiento del interés entre los xuetas por sus raíces judías. Este renacimiento ha llevado a muchos a explorar su herencia de una manera más abierta. En los últimos años, varios xuetas han iniciado un diálogo con el judaísmo internacional, buscando reconectar con sus ancestros y entender mejor su identidad.

Reconocimiento y Reconciliación

Uno de los aspectos más significativos de este renacimiento es el reconocimiento oficial por parte de algunas comunidades judías. En 2015, el rabino del Centro de Estudios Judaicos en Jerusalén, el Rabino Meir Azari, visitó Mallorca y se reunió con representantes de la comunidad xueta. Este encuentro simbolizó un acto de reconciliación y un primer paso hacia una mayor integración con la comunidad judía global.

Hoy en día, algunos xuetas han emprendido un camino hacia la conversión formal al judaísmo, mientras que otros buscan fortalecer sus lazos con el judaísmo a través de estudios y tradiciones. Las sinagogas en Mallorca han comenzado a recibir a miembros de la comunidad xueta, facilitando una conexión más profunda con la tradición judía.

Desafíos y Futuro

El camino hacia una integración completa no está exento de desafíos. Las barreras culturales, la necesidad de superar prejuicios históricos y la integración en una comunidad global diversa presentan obstáculos. Sin embargo, la determinación de los xuetas y su deseo de reconciliarse con sus raíces históricas sugieren un futuro prometedor.

La historia de los xuetas es un testimonio de la resiliencia y la perseverancia de una comunidad que, a pesar de siglos de adversidad, ha mantenido viva su identidad cultural y religiosa. Su reciente acercamiento al judaísmo internacional refleja un deseo de reconciliación y autenticidad que promete enriquecer tanto a la comunidad xueta como a la diáspora judía en su conjunto. En última instancia, la historia de los xuetas nos recuerda la complejidad de la identidad y la importancia de la memoria histórica en la construcción del futuro.

Hoy en 2024 dados la guerra en la franja de Gaza y Cisjordania 

Los Sefardíes, Israel, Hamás y Hezbolá: Un Análisis Histórico y Contemporáneo

Los sefardíes, descendientes de los judíos que vivieron en la península ibérica hasta su expulsión en 1492, han tenido una relación compleja con la historia de Israel y los conflictos en el Medio Oriente. Su herencia cultural y su dispersión a través de diversas regiones, incluyendo el norte de África, el Imperio Otomano y más tarde, el Estado de Israel, los han colocado en un contexto único en relación con el conflicto entre Israel, Hamás y Hezbolá.

Los sefardíes se originaron en la península ibérica, donde florecieron durante la Edad Media. Tras la Reconquista cristiana y la Inquisición española, fueron expulsados o forzados a convertirse al cristianismo, lo que resultó en una diáspora hacia el norte de África, el Imperio Otomano y otras partes de Europa. En estas regiones, los sefardíes mantuvieron su identidad cultural y religiosa, desarrollando comunidades que a menudo prosperaron bajo la relativa tolerancia de los gobiernos musulmanes, particularmente en el Imperio Otomano.

Con la creación del Estado de Israel en 1948, muchos sefardíes emigraron al recién fundado país. Sin embargo, enfrentaron desafíos de integración debido a las diferencias culturales con los judíos asquenazíes, quienes formaban la mayoría de la población judía en Israel. A pesar de esto, los sefardíes eventualmente jugaron un papel significativo en la vida política, cultural y económica de Israel.

Israel: Fundado en 1948, Israel es un estado soberano establecido como un hogar nacional para el pueblo judío. La creación de Israel ha sido un punto focal de tensiones en el Medio Oriente, particularmente con los palestinos y otros países árabes. Estas tensiones han llevado a conflictos prolongados y complejos.

Hamás: Es una organización islamista palestina que gobierna la Franja de Gaza desde 2007. Fundada en 1987, Hamás es conocida por su brazo militar y su oposición a la existencia del Estado de Israel. Está designada como una organización terrorista por Israel, Estados Unidos, la Unión Europea y otros países, debido a sus ataques contra civiles israelíes y su negativa a reconocer el derecho de Israel a existir.

Hezbolá: Es una organización islamista chiíta basada en el Líbano, con fuertes lazos con Irán. Fundada en los años 80, Hezbolá se ha enfrentado a Israel en múltiples ocasiones, más notablemente en la Guerra del Líbano de 2006. Al igual que Hamás, Hezbolá es considerada una organización terrorista por Israel, Estados Unidos y otros países, aunque también es un actor político significativo en el Líbano.

Los Sefardíes y el Conflicto. Los sefardíes en Israel, al igual que otros ciudadanos israelíes, han sido afectados por el conflicto con Hamás y Hezbolá. Durante la Guerra del Líbano de 2006, por ejemplo, muchas comunidades sefardíes en el norte de Israel sufrieron los ataques de cohetes de Hezbolá. Del mismo modo, la proximidad de la Franja de Gaza ha hecho que las comunidades sefardíes en el sur de Israel sean vulnerables a los ataques de Hamás.

A pesar de las tensiones, los sefardíes han desempeñado un papel en la política y la defensa de Israel, con muchos de ellos sirviendo en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y participando en la vida pública del país. Además, su historia de convivencia en regiones de mayoría musulmana les ha dado una perspectiva única sobre el conflicto, aunque esto no ha resultado en una posición uniforme dentro de la comunidad.

La historia de los sefardíes es un testimonio de la resiliencia y adaptación de una comunidad que ha atravesado siglos de desafíos. Su experiencia en Israel, en el contexto de los conflictos con Hamás y Hezbolá, refleja las complejidades de vivir en una región marcada por conflictos prolongados y arraigados. Aunque han enfrentado dificultades, los sefardíes han contribuido significativamente a la sociedad israelí y siguen siendo una parte integral del tejido cultural y político del país.

Mi amigo todavía en activo El escritor Miquel Segura ficha como asesor del Govern de Prohens. Ocupará el puesto de asesor técnico en la conselleria de Presidencia y Administraciones Públicas. Vuelve a la política después de haber sido jefe de prensa con Rosa Estaràs

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