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Así fue y así vivió Francisco, el pastor al que hoy despide la Iglesia

El Papa que abrió caminos de misericordia, caminó con los pobres, y rompió barreras humanas y espirituales recibe hoy el último adiós de una Iglesia que lo llora con gratitud y esperanza
El Papa Francisco en una imagen de la Conferencia Episcopal Española
Así fue y así vivió Francisco. Y así lo despide hoy la Iglesia: con lágrimas, sí, pero también con una certeza serena. La de que su vida, como su Pontificado, fue una ofrenda de amor hecha oración. (Foto: Conferencia Episcopal Española).

Este sábado 26 de abril, la Iglesia universal despide en Roma al Papa Francisco. El mundo contempla en silencio el funeral de un pastor que no quiso ser príncipe, sino siervo. Jorge Mario Bergoglio, el Papa venido "del fin del mundo", como él mismo se definió en la tarde del 13 de marzo de 2013, tras su elección como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, deja tras de sí una estela de gestos inolvidables, palabras que calaron en lo profundo y decisiones que marcaron un giro histórico en el corazón de la Iglesia.

Fue el primero en muchos sentidos: el primer Papa jesuita, latinoamericano, y el primero en elegir el nombre de Francisco

Desde su elección, cuando pronunció unas palabras (“parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo") con las que se refería a su procedencia, Buenos Aires, tal lejos de Roma geográficamente, y a la sorpresa de que un cardenal argentino fuera elegido Papa por primera vez en la historia, su Pontificado se convirtió en un tiempo de misericordia, reformas y proximidad.

Nunca buscó destacar, pero su sencillez lo hizo inolvidable. El primero en muchos sentidos (el primer Papa jesuita, latinoamericano, y el primero en elegir el nombre de Francisco) fue también el primero en vivir el ministerio petrino con los pies en la tierra y el Evangelio en la mano.

Su vida fue entrega, y su muerte, una Pascua

Nacido en Buenos Aires en 1936, Jorge Mario Bergoglio dedicó su vida al Evangelio desde joven. Ingresó en la Compañía de Jesús, fue ordenado sacerdote en 1969 y, tras años de intensa vida pastoral, se convirtió en arzobispo de Buenos Aires. En 2001 fue nombrado cardenal por Juan Pablo II y en 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, fue elegido como sucesor de Pedro.

A lo largo de 12 años de Pontificado, Francisco puso en marcha procesos que aún laten: reformó la Curia, amplió la participación de los laicos, impulsó el diálogo interreligioso, tendió puentes donde había muros y puso a los pobres, los migrantes y a los colectivos más marginados en el centro de su mirada. Para él, la Iglesia debía ser una “casa con las puertas abiertas” y un “hospital de campaña” donde todos pudieran ser acogidos.

Pastor en medio del pueblo, sembrador de esperanza

Desde el principio, Francisco eligió caminar con el pueblo, y así lo recuerdan desde la Conferencia Episcopal Española. Celebró misas en cárceles, visitó hogares de acogida, telefoneó personalmente a personas en duelo y multiplicó los gestos de cercanía. Fue el Papa del abrazo, de la palabra directa, de las lágrimas compartidas.

Con su encíclica Laudato si’ despertó conciencias sobre el cuidado de la creación. Con Fratelli tutti nos recordó que sólo la fraternidad puede salvarnos del odio. Y con cada viaje apostólico (47 en total) quiso tocar las heridas del mundo y acompañar a quienes más sufrían.

Su viaje a Irak, en marzo de 2021, marcó un hito. Fue el primer Papa en pisar la tierra de Abraham.

Su viaje a Irak, en marzo de 2021, marcó un hito. Fue el primer Papa en pisar la tierra de Abraham. Lo hizo durante tres días, entre Bagdad, Ur, Erbil, Mosul y Karakosh, en pleno desierto y en plena pandemia.

Caminó entre ruinas, campos de desplazados y paredes aún manchadas de sangre, y se encontró con el gran ayatolá Al-Sistani en un gesto de fraternidad sin precedentes. Fue un viaje que desaconsejaron por seguridad y salud, pero que él deseó a toda costa. “El más hermoso”, dijo siempre. Y lo fue, porque encarnó su pasión por estar allí donde duele.

El Papa de los pobres, de la ternura y de la paz

Francisco no solo habló de los pobres, vivió con ellos. Instituyó la Jornada Mundial dedicada a los más vulnerables, almorzó cada año con personas sin hogar y denunció una y otra vez la “cultura del descarte”. En el Mediterráneo, en Lesbos, en Bangui o en las calles de Roma, su corazón siempre estuvo del lado de los olvidados.

Llamó a la paz incluso cuando era incómodo hacerlo; su Pontificado fue una plegaria constante por la reconciliación

Durante los peores años de guerra y pandemia, su voz fue consuelo y denuncia. Con valentía, llamó a la paz incluso cuando era incómodo hacerlo. Consagró Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, escribió cartas a líderes mundiales, envió emisarios y ayuda a zonas de conflicto y propuso dedicar los gastos militares a erradicar el hambre. Su Pontificado fue una plegaria constante por la reconciliación.

La despedida de un testigo del Evangelio

Francisco falleció el pasado lunes 21 de abril, Lunes de Pascua, como quien cierra un círculo de entrega silenciosa y amorosa. Hoy, en una Plaza de San Pedro que tantas veces lo escuchó hablar de misericordia, se celebra su funeral. Es un día de duelo, pero también de agradecimiento.

Porque Francisco no se va. Su voz, sus gestos, su ejemplo permanecen. Quienes lo conocieron, lo siguieron o lo escucharon saben que no fue solo un líder espiritual. Fue un hombre profundamente humano, capaz de reír, llorar, perdonar, incomodar, enseñar y abrazar. Un Papa que, más que hablar de Dios, lo mostró.

Así fue y así vivió Francisco. Y así lo despide hoy la Iglesia: con lágrimas, sí, pero también con una certeza serena. La de que su vida, como su Pontificado, fue una ofrenda de amor hecha oración.