Cuando hablamos de cosmética, es ya clásico hacerlo con nombre de mujer. Muchas fueron las emprendedoras que, en el siglo XX, revolucionaron el mundo de la cosmética y la belleza, creando marcas que hoy día siguen siendo iconos.
Mujeres que destacaron en mundos públicamente dominados por hombres, donde la esfera femenina quedaba reducida al cuidado de los hijos y del hogar. Ellas revolucionaron un mundo laboral que no contaba con su presencia.
Míticas son ya las historias de mujeres como Elizabeth Arden, que creó una marca de belleza bautizada con su nombre que cambió por completo las reglas del maquillaje. Gracias a ella, las mujeres empezaron a maquillarse por placer para ellas mismas, no para gustar a sus maridos. Arden hizo tan popular el lipstick rojo que, por primera vez en la historia, pintarse los labios dejó de asociarse a algo que solo hacían las prostitutas.
O Estée Lauder, a quien se considera la inventora de los cuatro tipos de piel: normal, mixta, grasa y seca, ya que creó cuatro cremas diferentes adaptadas a cada necesidad de la piel, cuando hasta entonces una crema valía para todas.
Y hasta Helena Rubinstein que cambió para siempre el mundo del maquillaje: a ella le debemos el cepillo de las máscaras de pestañas y la máscara waterproof, dos productos que a las mujeres actuales nos parece que han estado con nosotras toda la vida.
Lo que es obvio, es que estas mujeres fueron pioneras en el mundo de la cosmética y que gracias a ellas el sector implosionó, convirtiéndose en lo que es hoy: uno de los sectores más rentables del mundo, cuyos números no paran de crecer. Según datos de Statista, el valor de este sector en Europa supera los 50.000 millones de euros.
La cosmética actual: mujeres al poder
Pero, ¿cómo ha evolucionado el mundo de la cosmética desde estas emprendedoras de principios del siglo XX hasta hoy en día? ¿Siguen siendo mujeres las que están en cabeza de la innovación en este sector en alza?
Hemos rastreado quién está detrás de las marcas más punteras y virales de hoy en día, esas que no paran de llenar los feeds de TikTok e Instagram con novedades imprescindibles para las fans de lo beauty. También marcas icónicas que, si bien no nacieron exactamente en el siglo XX, siguen siendo puntales en un sector en continuo cambio y movimiento.
Por fortuna, hoy en día el mundo de la belleza, la cosmética y el maquillaje también tiene nombre de mujer. Mujeres valientes, emprendedoras y de negocios que se arriesgaron a crear marcas y productos que acabarían siendo imprescindibles en nuestro neceser. Ellas son el testigo de las mujeres que, un siglo antes, les abrieron camino en el mundo de la cosmética.
Anita Roddick, el alma ecológica de The Body Shop
Si bien hoy en día estamos más que acostumbrados a ver el término «cosmética natural» por todos los rincones, a mediados de siglo pasado hubo un tiempo en que «ecológico», «vegano», «vegetariano» o «medio ambiente» parecían términos marcianos.
Justo en esta sociedad, en pleno año 1976, la activista inglesa Anita Roddick creó The Body Shop, una empresa de cosmética natural que se caracterizaba por ofrecer productos con fórmulas responsables con el medio ambiente. Una idea que todavía era una auténtica revolución en la sociedad de los setenta.
La idea surgió cuando, en sus muchos viajes, Roddick descubrió que muchas personas cuidaban su piel con productos de origen natural. La primera tienda contaba solo con una línea de 15 cosméticos envasados en frascos reciclados. Pero el éxito fue tal, que solo seis meses después inauguró la segunda.
A pesar de que Anita Roddick falleció en 2007 y hoy en día The Body Shop es una franquicia con unas 2.000 tiendas en 55 países, la filosofía y la huella de su fundadora sigue estando muy presente, tal y como reza su página web: «Nuestros productos nunca han sido testados en animales. Trabajamos de forma justa con agricultores y proveedores, ayudamos a que las comunidades prosperen con nuestro programa de Comercio Justo con Comunidades».
Bobbi Brown, la artífice del maquillaje natural
Tras estudiar Maquillaje de Teatro en Boston, Bobbi Brown decidió probar suerte como maquilladora en el Nueva York de los años ochenta, plagado de maquillajes excesivos donde reinaban las sombras azules, verdes y moradas.
Bobbi nunca se sintió identificada con esos tonos que escondían la belleza natural de la mujer y empezó a apostar por maquillar en tonos más similares a la propia piel. Con ella, la idea del maquillaje cambió para siempre: hasta entonces, se había usado para tapar, de un modo que casi disfrazaba a la mujer. A partir de Bobbi Brown, el maquillaje empezó a servir como complemento para realzar la belleza natural de la mujer, no para alterarla.
En 1991 fundó la marca de maquillaje con su nombre, Bobbi Brown Essentials, donde imperaban tonos neutros y naturales que enamoraron a las mujeres americanas, que se sentían identificadas con unos colores que no las disfrazaban sino que realzaban su belleza. Su marca fue comprada a mediados de los noventa por el grupo Estée Lauder y fue la CEO hasta 2016. Ahora, tras varios años en silencio, ha lanzado una nueva marca de belleza limpia: Jones Road Beauty.
Maureen Kelly: en busca del maquillaje cruelty free
Si eres fan del maquillaje seguro que en tu neceser no puede faltar un producto de Tarte Cosmetics. Puede que el archifamoso corrector Shape Tape, del que se vende una unidad cada 12 segundos. O puede que alguna de sus coloridas paletas de sombras de ojos.
Lo que puede que no sepas es que detrás de una de las marcas de maquillaje favoritas de los millenials y la generación Z se esconde un nombre de mujer. El de Maureen Kelly, quien creó Tarte en su apartamento de Nueva York, decidida a ofrecer por fin un maquillaje cruelty free, sin parabenos, aceites minerales, gluten ni sulfatos, que ofrecería resultados profesionales. Con activos y fórmulas veganas, no testadas en animales.
Según la propia Maureen, su objetivo fue crear productos con activos de origen natural para demostrar que el maquillaje no necesita contener «ingredientes malos» para embellecer la piel y durar todo el día intacto.
Gracias al sueño hecho realidad de Maureen Kelly, hoy en día, Tarte es objeto de deseo de las amantes del maquillaje en todo el mundo.
Charlotte Tilbury: la alquimista que ha cambiado las tornas del maquillaje de lujo
De unos años a esta parte el mundo del maquillaje del lujo estaba dominado por las divisiones cosméticas de grandes gigantes del mundo de la moda, como Dior o Chanel.
Hasta 2013, cuando Charlotte Tilbury decidió seguir el consejo de muchas de las celebrities que maquillaba y crear su propia marca con las recetas de cosméticos que, hasta entonces, solo creaba para ella y sus clientas. Una de ellas, Jennifer Lopez, quien la animó a fundar su propia marca después de que Charlotte le pusiera una crema que hacía ella misma.
Hoy en día, esta crema se ha convertido en Magic Cream, uno de los iconos de la firma de maquillaje de la Tilbury, que logra dejar la piel como si se le hubiera aplicado un filtro de Instagram. Pero eso solo fue el principio: en solo 10 años los productos de Charlotte Tilbury son iconos preciados en el neceser de cualquier amante del maquillaje (sobre todo debido a su elevado precio).
Hoy en día, ha desbancado a gigantes del sector del lujo, convirtiéndose en la marca de referencia de maquilladores y clientes, gracias a unos cosméticos, cuya calidad, vale realmente cada euro que cuestan.
Glossier: la marca de maquillaje de la generación Instagram
Al más puro estilo «Emily in Paris» la historia de Glossier y su fundadora, Emily Weiss podría salir una serie de streaming dirigida a los millenials.
Pero es real como la vida misma. Emily, asistente de la revista Teen Vogue, decidió emprender un nuevo proyecto en 2010 en paralelo a su trabajo: el blog «Into the Gloss», un espacio donde hablar de su pasión por la belleza a modo de hobby. La idea fue tan exitosa que, en solo 2 años, el blog tenía 200.000 visitantes únicos al mes, y más de un millón solo 4 años después.
A raíz del blog, Emily se dio cuenta que las marcas de cosmética no cumplían las expectativas de los lectores de su blog, proponiendo cánones de belleza inalcanzables y poco aspiracionales. Y así nació Glossier, una marca que, seguramente sin saberlo, empezó a hablar el idioma de los millenials y centennials.
Con el slogan «Beauty products inspired by real life», Glossier se erigió como una marca en la que el cuidado de la piel siempre estaba por encima de la apariencia. Huyeron de los cánones de belleza perfectos, tan en tendencia entonces, para apostar por celebrar los “defectos” físicos como elementos diferenciales de la belleza personal. Glossier fue el artífice de una generación en pleno relevo generacional que no encontraba su sitio y a la que la marca supo acompañar en el mundo de la cosmética.