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Potaje de vigilia: la receta de Semana Santa que nunca pasa de moda

En Semana Santa, la tradición se cuela también en los fogones. Y si hay un plato que simboliza como ningún otro la austeridad, el sabor y la espiritualidad de estas fechas es el potaje de vigilia
Potaje de vigilia
Potaje de vigilia

Esta receta, que combina garbanzos, espinacas y bacalao, ha sido durante siglos un clásico de los viernes de Cuaresma, cuando la Iglesia Católica prescribe no comer carne. Hoy en día, además de su carácter simbólico, se valora por su sabor reconfortante, su aporte nutricional y su capacidad para reunir a familias en torno a la mesa.

Una receta con raíces populares

El potaje de vigilia nace en los hogares humildes, donde los ingredientes eran sencillos pero sabrosos. El bacalao, por su facilidad de conservación en sal, era uno de los pocos pescados disponibles en el interior del país durante siglos. Las legumbres, abundantes y asequibles, aportaban energía en tiempos de ayuno. Y las espinacas o acelgas daban el toque fresco y vegetal.

Aunque cada casa tiene su versión, la base se mantiene: garbanzos cocidos, verduras de temporada, bacalao desalado y un sofrito bien aromatizado. La mezcla de texturas y sabores convierte este plato en una auténtica delicia.

Ingredientes para 4 personas

  • 300 g de garbanzos (puestos a remojo 12 horas antes)
  • 200 g de espinacas frescas (o congeladas)
  • 150 g de bacalao desalado y desmigado
  • 1 cebolla mediana
  • 2 dientes de ajo
  • 1 cucharadita de pimentón dulce
  • 1 hoja de laurel
  • 2 huevos duros (opcional)
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal y pimienta al gusto

Paso a paso para un potaje de 10

Cocer los garbanzos en una olla con agua caliente y laurel. Dejar cocer entre 1 y 1,5 horas (si se usa olla exprés, 20-25 minutos).

Mientras tanto, preparar un sofrito con cebolla picada, ajo y pimentón. Es importante añadir el pimentón fuera del fuego para evitar que se queme.

Incorporar las espinacas frescas al sofrito, saltear un par de minutos y añadir el bacalao desmigado.

Añadir esta mezcla a la olla con los garbanzos y dejar cocer todo junto 10-15 minutos más, removiendo suavemente.

Rectificar de sal y servir bien caliente. Se puede acompañar con huevo duro picado o en rodajas.

Secretos del sabor

La clave para su sabor está en el sofrito: un buen aceite de oliva, un pimentón de calidad (de La Vera, por ejemplo) y tiempo para que la cebolla se caramelice ligeramente. Otro truco es reservar parte del caldo de cocción de los garbanzos para controlar la textura final.

Algunas versiones añaden un majado de pan frito, ajo y comino para espesar el caldo. Otras, incorporan calabaza, acelgas o incluso patata.

Versiones regionales

  • En Galicia, el potaje incluye grelos y alubias blancas.
  • En Extremadura, se añade un toque de vinagre al final para realzar el sabor.
  • En Murcia, se acompaña con pelotas de bacalao.
  • En Andalucía, es tradicional servirlo junto a una ensalada de naranja con cebolleta.

Nutrición y sostenibilidad

El potaje de vigilia es, además de sabroso, un plato equilibrado: proteínas (del bacalao y el huevo), hidratos de carbono (de los garbanzos), fibra, hierro y vitaminas. Perfecto para quienes buscan una dieta sana y sin carne.

Además, es económico y sostenible. Se pueden usar productos locales y de temporada, aprovechar sobras de bacalao de otros platos, y cocinar en grandes cantidades para varios días.

Pocos platos evocan tanto la cocina de siempre como este potaje. En muchas casas se cocina en grandes cazuelas de barro, se comparte en familia, y se transmite de madres a hijas con orgullo. Aunque ya no todos respeten el ayuno cuaresmal, el potaje de vigilia sigue ocupando un lugar en las mesas españolas por su sabor auténtico.

En 2025, esta receta sigue viva, no solo por tradición, sino porque está más vigente que nunca en una sociedad que valora lo simple, lo sabroso y lo saludable.