La Comunidad Valenciana cuenta las horas para su día grande, el 9 de octubre. Una festividad que se remonta a esa misma fecha, pero de 1238, cuando las tropas catalanoaragonesas comandadas por el rey de Aragón Jaime I El Conquistador hicieron su entrada triunfal a la ciudad de Valencia. Como es costumbre, la comunidad autónoma y en especial, su capital, Valencia, prepara un programa lleno de actos, desde música hasta pirotecnia, e incluso distinciones a sus vecinos más reconocidos.
Pero hay algo más que también se conmemora durante la jornada: el Día de los Enamorados Valencianos en honor a Sant Donís. Y, a diferencia del común San Valentín, donde los regalos entre las parejas pueden ser muy variados, en la Comunidad Valenciana solo hay uno imprescindible. Es la tradicional ‘mocadorà’ (o ‘mocaorà) y consiste en una bandeja de mazapán realizadas con la figura de ingredientes locales, como frutas y productos vegetales de las tierras valencianos, además con mucho color. Tampoco se puede olvidar el pañuelo que envuelve a estos dulces. Unos días antes del 9 de octubre, las panaderías y pastelerías valencianas llenan sus escaparates de estas bandejas, e incluso un mes antes ya se están elaborando en los obradores.
Por ejemplo, el president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, ya recibió hace unos días la ‘mocadorà’ tanto por parte del Gremio de Maestros Confiteros, como por el de Panaderos y Pasteleros de Valencia.
La historia de una protesta
Las frutas de mazapán también conviven con dos figuras que tienen su propia historia. Son los llamados ‘piuleta i tronador’, un recuerdo de esa pirotecnia que tan ligada a Sant Donís ha estado desde sus inicios.
En el siglo XVIII, finalizada la Guerra de Sucesión, los Decretos de Nueva Planta publicados tras el alzamiento del nuevo monarca Felipe V de Borbón prohibieron celebrar el 9 de octubre, es decir, se vetó celebrar la fundación del Reino de Valencia. Y por consiguiente se acabaron los espectáculos pirotécnicos que también marcaban la fiesta de los enamorados.
Y es ahí, donde el gremio de confiteros de la ciudad, en forma de protesta, empezó a elaborar mazapanes con la forma de los dos tipos de petardos más comunes entonces, la piula o piuleta, más pequeño, y el tronador, un cohete más grande y ruidoso.