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Adiós a Paca, la osa símbolo de la conservación del oso pardo en la Cordillera Cantábrica

Paca, una de las osas más queridas de Asturias, ha sido sacrificada este jueves tras agravarse los problemas de movilidad derivados de su avanzada edad. Con 36 años, superó con creces la esperanza de vida media de su especie, pero su estado de salud ya no le permitía seguir adelante
Se ha tenido que practicar la eutanasia a la osa #Paca@foto Consejería Medio Rural y Política Agraria
Se ha tenido que practicar la eutanasia a la osa #Paca@foto Consejería Medio Rural y Política Agraria

La decisión se ha tomado “para evitarle un mayor sufrimiento”, según los veterinarios encargados de su cuidado.  Paca, junto a su hermana Tola, fallecida en 2018, Paca se convirtió en todo un símbolo de la recuperación del oso pardo en la Cordillera Cantábrica, una especie que aún se encuentra en peligro de extinción.

Una vida marcada por la tragedia… y la esperanza

La historia de las dos osas comenzó en 1989, cuando quedaron huérfanas con tan solo cinco meses tras el asesinato de su madre a manos de unos cazadores furtivos. Aquel suceso, dramático en sí mismo, marcó también el inicio de una larga trayectoria de lucha por la conservación de la especie.

Fueron entregadas al Fondo Asturiano para la Protección de Animales Salvajes (FAPAS), que asumió el reto de cuidar a las crías. Tras pasar por Cataluña y por el Parque Cinegético de El Hosquillo en Cuenca, finalmente regresaron a Asturias en 1996, donde fueron acogidas por la Casa del Oso de Proaza, gestionada por la Fundación Oso de Asturias (FOA).

Cuidado constante y deterioro progresivo

En los últimos años, el estado de salud de Paca se había ido deteriorando. Los veterinarios diagnosticaron artrosis severa, lo que le provocaba una creciente dificultad para moverse. Recibía tratamiento desde hace tiempo, pero en las últimas semanas su situación se agravó. Según los informes clínicos, presentaba anorexia, apatía y una casi total inmovilidad.

La situación actual no es compatible con una calidad de vida aceptable”, concluyó el equipo veterinario, que optó por aplicar la eutanasia para evitarle más sufrimiento.

Un legado imborrable

La historia de Paca y Tola despertó conciencias. Su caso fue clave para que la sociedad asturiana —y más allá— tomase conciencia de la delicada situación del oso pardo. Gracias en parte a su historia, se puso en marcha un plan de recuperación que ha logrado aumentar la población de estos animales: según el último censo de 2020, hay alrededor de 370 ejemplares en libertad.

No obstante, la especie continúa en una situación vulnerable. Desde la FOA recuerdan que “la labor de educación ambiental y sensibilización sigue siendo tan necesaria como el primer día”.

Un recinto que forma parte de la historia

El cercado de Santo Adriano, donde vivió Paca sus últimos años, fue diseñado tanto como refugio para ejemplares no reintroducibles en la naturaleza como para la rehabilitación de osos enfermos o heridos. Hoy, solo queda una habitante: Molina, una osa nacida en 2013 que no logró adaptarse a la vida salvaje y permanece bajo el cuidado de la Fundación en condiciones de semilibertad.

El recinto forma parte de La Senda del Oso, una ruta turística visitada cada año por miles de personas. Allí reciben información sobre la especie, sus amenazas y los esfuerzos de conservación. Un espacio que, gracias a figuras como Paca y Tola, ha servido para acercar la naturaleza al público y concienciar sobre la importancia de proteger nuestro patrimonio natural.