viernes, noviembre 22, 2024
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Poder adquisitivo: ¿qué es y cómo se puede mejorar?

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El poder adquisitivo es un concepto que resulta fundamental dentro del ámbito de las finanzas personales. Tener más o menos recursos económicos influye de manera directa en la capacidad que tiene una persona para cubrir sus necesidades básicas, y para poder adquirir otros productos o servicios que, no siendo esenciales, contribuyen al bienestar.

El poder adquisitivo está influenciado por factores internos y externos. Depende de cuáles sean los ingresos de un sujeto y de cómo gestione su dinero, pero también se ve afectado por el estado de la economía en su conjunto.

En un momento como el actual, en el que la inflación ha disparado el precio de los productos más básicos, el poder adquisitivo está a la baja. Incluso quienes tienen más recursos deben destinar más dinero para cubrir sus necesidades básicas.

Sin embargo, siempre se pueden tomar medidas para intentar mejorar la capacidad económica, a pesar de lo que ocurra en el exterior.

Qué se entiende por poder adquisitivo

Se define como la capacidad económica de una persona o de una colectividad para adquirir bienes y servicios en el mercado.

Cuanto mayor sea la cantidad de productos que se pueden comprar con una determinada cuantía, mayor será el poder adquisitivo del sujeto. Precisamente por ello, es un factor que se emplea para medir el nivel de riqueza de una persona (de una entidad, e incluso de un Estado) durante un determinado período de tiempo.

Los factores que influyen en el poder adquisitivo

Nivel de ingresos

Un factor que incide de manera directa en el poder adquisitivo de una persona es el nivel de ingresos en cómputo mensual o anual.

A priori, cuanto más gana una persona más capacidad tiene para adquirir bienes o servicios. Pero esto no es del todo cierto, porque el poder adquisitivo no solo depende de cuánto se ingresa, sino de cómo se gestionan los recursos propios.

Gestión del dinero

El poder adquisitivo de dos personas cuyos ingresos mensuales son idénticos, puede ser muy diferente.

Si la persona A utiliza sus recursos de forma eficiente, y procura ahorrar e incluso invertir, su poder adquisitivo será mayor que el de la persona B, que tiene gastos fijos que suponen un 85% de sus ingresos mensuales y apenas puede hacer frente a algún imprevisto económico.

Cambios en el empleo

La situación del mercado laboral también incide en el poder adquisitivo. El desempleo o la falta de oportunidades labores tienen un impacto negativo en la capacidad de gasto de las personas.

Fluctuaciones de las tasas de interés

La subida de los tipos de interés puede hacer que las inversiones rindan más, aumentando el poder adquisitivo de aquellos que han ahorrado e invertido.

Por el contrario, esta subida de intereses disminuye el poder adquisitivo de quienes tienen que hacer frente al pago de préstamos, porque esa financiación les va a resultar ahora más cara. Si tienen que dedicar más parte de sus ingresos a pagar deudas, está claro que su capacidad de compra de productos y de adquisición de servicios se va a ver mermada.

Políticas gubernamentales y fiscales

Las decisiones políticas y fiscales influyen en la capacidad económica de los ciudadanos.

Por ejemplo, una bajada en el IVA de los productos básicos permite que con el mismo presupuesto se puedan adquirir más bienes. Pero un descenso en la oferta de pisos en alquiler, por efecto de una nueva norma que regula esta cuestión, hará que la renta suba, disminuyendo la capacidad económica de muchos ciudadanos.

Inflación

La inflación es uno de los factores externos que más influyen en el poder adquisitivo. Cuando en una economía se produce un aumento generalizado y sostenido de los precios, la capacidad de compra de los consumidores va descendiendo.

Esto puede provocar que, una familia que antes hacía su compra mensual de alimentación por 300 euros, ahora tenga que invertir unos 100 euros más para comprar exactamente lo mismo.

Claves para mejorar el poder adquisitivo

Evaluar la situación financiera propia

Las empresas realizan un balance de situación para conocer cuál es su nivel de solvencia y de liquidez. En el caso de las personas físicas, esto también se puede hacer.

Antes de empezar a trabajar para mejorar el poder adquisitivo hay que conocer el punto de partida. Para ello, conviene hacer un análisis detallado de los ingresos y los gastos que tiene la unidad familiar.

Se trata de comprobar cuánto dinero se ingresa mensualmente y qué gastos hay que afrontar en ese período. Cuanto mejor conocimiento se tenga sobre la situación financiera propia, más fácil será tomar decisiones estratégicas.

Elaborar un presupuesto realista

El presupuesto siempre es útil para la economía doméstica, y más todavía en tiempos de crisis. Gracias a él, es posible ajustar los gastos a la nueva realidad, estableciendo prioridades y eliminando gastos que no son realmente necesarios.

Reducir el nivel de deuda

Los gastos fijos mensuales son responsables, en gran medida, de que el poder adquisitivo de las personas sea más bajo de lo que debería en función de sus ingresos.

De poco sirve ganar 3.000 euros al mes si la cifra de gasto mensual se sitúa en 2.800 euros.

Para aumentar el poder adquisitivo hay que acabar poco a poco con las deudas. Abonando en primer lugar aquellas que tienen unos intereses más altos.

Cuanto más bajo sea el importe de la deuda, más recursos económicos van a quedar disponibles.

Aumentar las fuentes de ingresos

Es complicado, pero una de las formas más rápidas de aumentar el poder adquisitivo es contando con una nueva fuente de ingresos.

Se pueden valorar opciones como cambiar de trabajo, o buscar un empleo a tiempo parcial para los fines de semana.

También está la posibilidad de obtener ingresos pasivos. Por ejemplo, alquilando una habitación en casa, o explorando alternativas de negocios digitales como el dropshipping.

Cambiar los hábitos de consumo

Más allá de fijar un presupuesto y amoldarse a él, el cambio de hábitos de consumo puede hacer mucho por mejorar la capacidad económica de un sujeto.

Hay que evitar las compras por impulso, estudiar las ofertas de los supermercados, o comparar precios antes de contratar servicios como el seguro del coche.

Diferenciar entre las necesidades y los deseos es un buen primer paso para empezar a hacer un consumo más consciente.

Mejorar las habilidades financieras

La educación financiera es una asignatura pendiente para la gran mayoría de los ciudadanos. Pero aprender nociones básicas sobre ahorro e inversión puede ayudar a tomar decisiones más informadas y a optimizar los recursos que se tienen disponibles.

Cuidar el bienestar financiero a largo plazo

El poder adquisitivo se convierte en una preocupación cuando desciende de forma importante, como ocurre ahora mismo por el alto nivel de inflación. Sin embargo, es un tema al que siempre se le debería prestar atención.

En finanzas es necesario pensar en el futuro, y que las decisiones actuales ayuden a tener bienestar económico a largo plazo. Por eso, si una persona consigue mejorar su poder adquisitivo, su siguiente paso debería ser aprovechar sus recursos para invertir y maximizar sus ganancias, pero siempre con asesoramiento experto.

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