Encabeza la lista de distritos con más multas y también es el distrito de Madrid con más contagiados: 1.978 casos sobre una población de 234.770 personas, lo que supone un 0,8 % de los vecinos.
¿Y cómo se justifican estas dos realidades? Las asociaciones de vecinos lo tienen claro: una «baja percepción del peligro» y la necesidad económica, en muchos casos sumergida, tienen la «culpa».
Con 234.770 personas repartidas en seis barrios, Puente de Vallecas es una de las zonas más pobladas de Madrid, con más vecinos incluso que ciudades medianas como Granada (232.462) u Oviedo (219.686).
«Sorprende salir a la compra y ver a mucha gente, y no es por falta de presencia policial», comenta Marcos Manzanares, un residente del barrio de Palomeras Bajas.
Este joven, que ha sido parado ya dos veces por la Policía, afirma que mientras teletrabaja y está «todo el día encerrado en casa», otras personas van a la compra de forma asidua y no siguen las directrices del Gobierno.
De todos modos, reconoce: «Es verdad que la gente compra más día a día, porque muchos viven con los ingresos que ganan diariamente».
Unos ingresos que a muchos de los vecinos les llegan para «sobrevivir» y adquirir alimentos o medicinas, porque muy pocos son los que disponen de equipamientos de protección, como mascarillas y guantes, que han disparado sus precios en las farmacias del distrito.
La misma situación se vive en la zona más al sur de Puente de Vallecas, en el barrio de Entrevías, donde en las calles como en sus establecimientos se observa casi el mismo ajetreo que un día cualquiera.
Incluso, los comerciantes chinos han vuelto a abrir sus locales tras permanecer un mes cerrados por el coronavirus.
Al principio del estado de alarma, barbacoas y hogueras iluminaban las noches en los puntos más conflictivos de Vallecas, pero el civismo se ha impuesto en los últimos días.
Con todo, las fuerzas de seguridad no bajan la guardia en este distrito, en el que predomina las viviendas pequeñas con muchas familias, cuyos miembros incluso pernoctan juntos en una sola habitación.
Esta situación hace muy difícil el confinamiento, como relata Clara Carmen García, presidenta de la asociación Casco Viejo de Vallecas.
Además, hay un alto porcentaje de población «muy envejecida» que tiene la necesidad de salir a la calle a hacer la compra y tener contacto social. «No perciben bien el peligro», lamenta.
En este distrito, que habitualmente «hace la vida en la calle», «es difícil hacerles comprender que tienen que quedarse en casa», alegan desde las asociaciones vecinales.
Porque entre la «pobreza» y la «economía sumergida», los residentes se «ven abocados a salir a buscarse la vida».
«Estas personas no tienen ninguna ayuda social ni entran en las estadísticas. No tienes más que ver las colas que se montan en el comedor que hay en la calle Encarnación González», comenta Carmen.
Muchos vecinos reconocen la problemática que existe en el distrito, pero no comparten ser señalados por el resto de la sociedad. «Siempre se apunta a los barrios más pobres cuando pasa algo», critica un vecino que prefiere no dar su nombre.
Este ciudadano tiene «más miedo a perder su casa» que a poder contagiarse de la enfermedad y pone el foco en las autoridades. «Con más ayudas no tendríamos que salir a la calle a buscarnos la vida y podríamos cumplir el confinamiento», apostilla.
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