A mediados de los años 80, un niño nacido en España llamado Osel Hita fue reconocido por el dalái lama como la reencarnación de Lama Thubten Yeshe, un renombrado monje budista fallecido un año antes en el Tíbet. Este reconocimiento, que se realizó cuando Osel tenía tan solo dos años, transformó radicalmente su vida, sumergiéndolo en un mundo espiritual desde temprana edad.
Osel, hijo de dos hippies españoles que habían abandonado Ibiza para unirse al budismo, fue entronizado en una solemne ceremonia a la que asistieron miles de personas. Su destino parecía marcado desde que el principal discípulo de Lama Yeshe, Lama Zopa, tuvo visiones que le llevaron a creer que su maestro regresaría a la Tierra en la forma de un niño occidental.
El proceso de identificación incluyó pruebas sorprendentes, como la elección de objetos personales del fallecido Lama Yeshe, en las que Osel demostró un reconocimiento inexplicable. A los seis años, fue enviado al monasterio de Sera Jey, en el sur de la India, donde comenzó una intensa formación monástica.
A pesar de su aparente destino espiritual, Osel pronto comenzó a cuestionar su vida dentro del monasterio. Su aislamiento, las estrictas reglas y la falta de contacto con sus padres le hicieron sentir un profundo conflicto interno. La presión de vivir como una figura religiosa era abrumadora, y el joven Osel encontró consuelo en la música occidental, que escuchaba en secreto para mantener un vínculo con el mundo exterior.
Con el tiempo, Osel comenzó a buscar una conexión más profunda con sus raíces occidentales, convenciendo a los monjes de que necesitaba una educación diferente. Esta búsqueda de identidad le llevó a tomar la decisión de abandonar el monasterio al cumplir 18 años, momento en el cual decidió ser libre y explorar el mundo por su cuenta.
La transición de Osel a la vida en Occidente no fue fácil. Pasó de un entorno completamente aislado y estricto a enfrentarse a la realidad de la vida moderna, descubriendo todo lo que antes le había sido prohibido. Su vida dio un giro radical al involucrarse en la cultura de Ibiza, donde pasó de ser un monje budista a organizar fiestas y vivir intensamente cada experiencia.
Hoy en día, Osel Hita es un hombre que ha recorrido un largo camino en la búsqueda de su verdadera identidad, dejando atrás el papel que le fue impuesto en su infancia. Ahora, como padre, se esfuerza por darle a su hijo la estabilidad emocional que él no tuvo, mientras continúa explorando su propio camino en el mundo.