Ecuador vota en una segunda vuelta presidencial decisiva para su futuro

Este domingo, Ecuador acude nuevamente a las urnas para decidir quién liderará el país durante los próximos cuatro años. Los ciudadanos deben elegir entre el actual presidente, Daniel Noboa, y la candidata del correísmo, Luisa González, en una segunda vuelta que se anticipa extremadamente ajustada.
Según las últimas encuestas, ambos candidatos llegan al día de la votación en empate técnico, reflejo de una sociedad profundamente polarizada y afectada por la violencia criminal, la recesión económica y una creciente desconfianza institucional.
Dos visiones opuestas para un país en crisis
Daniel Noboa apuesta por la continuidad y la seguridad
El presidente Daniel Noboa, quien asumió el cargo en noviembre de 2023 tras elecciones anticipadas, busca revalidar su mandato con un discurso centrado en la mano dura contra el crimen organizado, el control del gasto público y una reforma estructural del Estado. Bajo su plan de seguridad denominado Plan Fénix, ha militarizado varias zonas del país para frenar el avance de las bandas criminales, responsables de un aumento sin precedentes en la tasa de homicidios.
Noboa ha defendido que su estrategia ha reducido las muertes violentas en un 15%, aunque sus detractores cuestionan la sostenibilidad y legalidad de estas medidas. Los recientes apagones y cortes de electricidad, además, han erosionado parte de su respaldo popular.
Luisa González promete un giro social y mayor intervención estatal
En el otro extremo político, Luisa González propone una restauración del modelo correísta, con mayor presencia del Estado en la economía, impulso a la inversión pública, refinanciación de la deuda externa y un sistema de protección social más robusto.
González, que fue la candidata más votada en la primera vuelta de las elecciones anticipadas de 2023, ha prometido un ingreso básico universal, renegociación con organismos multilaterales y una política exterior orientada a fortalecer la soberanía. También ha acusado al gobierno de Noboa de preparar un posible fraude mediante la manipulación del sistema electoral, lo que ha elevado la tensión política en la recta final de la campaña.
Polarización, violencia y desconfianza institucional marcan el proceso
Un país atravesado por el miedo y el desgaste democrático
Las elecciones se desarrollan en un clima de inseguridad generalizada, con varias provincias declaradas en estado de excepción y operaciones militares activas. Desde 2021, la tasa de homicidios se ha multiplicado por cinco, y Ecuador ha pasado a ocupar un lugar preocupante en el ranking regional de violencia criminal.
Además, la confianza ciudadana en las instituciones públicas se encuentra en uno de sus niveles más bajos. Los escándalos de corrupción, las pugnas entre poderes del Estado y la inestabilidad política han minado el tejido democrático del país.
¿Qué está en juego en estas elecciones?
Más allá de quién resulte elegido, el nuevo gobierno deberá enfrentar retos inmediatos y complejos:
- Controlar la crisis de seguridad, sin vulnerar derechos humanos.
- Reactivar una economía estancada, afectada por la inflación y el desempleo.
- Restaurar la confianza ciudadana en las instituciones democráticas.
- Articular acuerdos con una Asamblea Nacional fragmentada, lo que exigirá una alta capacidad de negociación y liderazgo.
Participación ciudadana: la clave del cambio
La jornada electoral se convierte así en un examen para la democracia ecuatoriana. Se espera una alta participación, impulsada tanto por el clima de urgencia como por el deseo de cambio entre la ciudadanía.
Lo que decidan hoy los ecuatorianos marcará el rumbo del país durante los próximos años: entre la continuidad de un gobierno que apuesta por el orden a través de la fuerza, o el regreso de un modelo de izquierda con una fuerte impronta social.