En artículos anteriores ya hemos explicado que el colesterol es una grasa necesaria para nuestro organismo y que sólo plantea problemas para la salud cuando su concentración sanguínea es demasiado alta, lo que puede producir la enfermedad vascular arteriosclerótica: a esta situación se la conoce como hipercolesterolemia. ¿Por qué se produce esta hipercolesterolemia?, ¿cómo podemos controlarla? Vamos a intentar dar respuesta a estas preguntas.
Las causas de la hipercolesterolemia son diversas y, entre ellas, destacamos:
• Alimentación inadecuada, relacionada más con el abuso de alimentos ricos en grasas saturadas que nuestro hígado trasforma en LDL-colesterol (el malo), que con el abuso de alimentos ricos en colesterol, propiamente dicho. Sabemos, y ya lo comentamos en un artículo anterior, que la vía principal de obtención del colesterol por nuestro organismo es la vía endógena, por síntesis de colesterol en el hígado a partir de los ácidos grasos, y que es mucho más importante que la vía exógena en la que los alimentos ricos en colesterol lo aportan de forma directa.
• Predisposición genética. Hay personas que genéticamente heredan un mal metabolismo de colesterol y eso les lleva a tener cifras altas en sangre sin necesidad de llevar una alimentación inadecuada. Normalmente, estos casos los detectamos los médicos realizando una historia clínica completa y preguntando por los episodios cardiovasculares que hayan padecido los familiares cercanos o si alguno de ellos ha sido diagnosticado de hipercolesterolemia.
• Obesidad, sobre todo la abdominal o visceral muy relacionada con el síndrome metabólico, donde se asocian otros factores de riesgo de enfermedad cardiovascular como son la diabetes y la hipertensión arterial.
• Tabaquismo. Además de ser otro factor de riesgo de la enfermedad cardiovascular, se ha comprobado que los fumadores poseen unos niveles de LDL- colesterol más elevado. También se ha visto que aumenta la adherencia del colesterol a la pared arterial al igual que ocurre cuando se asocian diabetes e hipertensión arterial. Constituirían el cuadrilátero mortal.
• Sedentarismo y estrés. Ambos factores se han relacionado estadísticamente con cifras más altas de LDL-colesterol y cifras más bajas de HDL-colesterol. Una vez analizadas las causas, queremos dar unos consejos para reducir el colesterol y, sobre todo, para intentar prevenir la enfermedad vascular arteriosclerótica, que es la principal causa de muerte en el mundo occidental a través del infarto agudo de miocardio y de los accidentes cerebrovasculares.
Lo primero sería realizarse periódicamente análisis de sangre estudiando el colesterol y sus fracciones, LDL (malo) y HDL (bueno). Pero como no hay un nivel óptimo para todo el mundo y depende de los diversos factores de riesgo, edad y sexo de cada uno, será el médico quien decida que tipo de intervención hay que realizar en cada caso.
Por supuesto, hay una serie de recomendaciones generales beneficiosas para todos y que todos podríamos aplicar de una forma preventiva y algunos por necesidad imperiosa:
• Mejorar nuestros hábitos nutricionales con una alimentación equilibrada y sin grasas saturadas. La dieta mediterránea es la idónea porque su aporte de grasas proviene fundamentalmente de los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados presentes en el pescado y los aceites de oliva y de semillas. También es importante el consumo de vegetales, legumbres, hortalizas y frutas.
• Disminuir la obesidad, especialmente la abdominal, pero de una forma adecuada y dirigida por médicos especialistas en nutrición.
• Dejar el tabaco totalmente y controlar en la medida de lo posible el estrés.
• Planificar y realizar un programa de ejercicio aeróbico (caminar, carrera suave, ciclismo, baile, natación…), a intensidad moderada y desarrollado de manera regular. Si la dieta y el ejercicio físico no consiguen rebajar los niveles por sí solos a las cifras adecuadas, el médico optará por un tratamiento con fármacos.
Hay fármacos muy eficaces como las estatinas que disminuyen el aporte endógeno de colesterol ayudando al hígado a metabolizar bien los ácidos grasos aumentando el HDL y bajando el LDL, y otros que ayudan a disminuir la absorción del colesterol en el intestino como son las resinas de intercambio y los fitoesteroles. También hay fármacos que intentan reducir tanto el colesterol como los triglicéridos y entre ellos están los fibratos y el ácido nicotínico.
Y una importante recomendación final: una vez alcanzadas la cifras normales y adecuadas de colesterol, las medidas alimentarias, de vida, de ejercicio y farmacológicas que lo han conseguido, deberemos mantenerlas en el tiempo ya que, si no lo hacemos, volverían a elevarse las cifras y no habríamos solucionado nada.
Dr. J.P. Fernández Corbelle (Doctor en Medicina y Cirugía)
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Dr. J.P. Fernández Corbelle (Doctor en Medicina y Cirugía)