sábado, noviembre 23, 2024
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El mar de China Meridional puede convertirse en un nuevo foco de conflicto

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El mar de China Meridional es uno de los lugares clave en la logística internacional, ya que por esta zona pasa un 60 % del comercio mundial.

Aunque los conflictos geopolíticos en esta región han sido algo común desde hace décadas, la situación se ha estado agravando en los últimos tiempos.

Las reivindicaciones territoriales sobre las aguas han puesto alerta incluso a Estados Unidos, que ha advertido a China que debe abstenerse de de realizar acciones agresivas sobre otros países que puedan suponer una amenaza para estos o para la libertad de navegación.

Un foco habitual de conflictos

Varios países, entre los que se encuentran China, Taiwán, Filipinas, Vietnam, Malasia y Brunei reclaman la soberanía sobre las islas, los arrecifes y las aguas del mar de China Meridional.

En el caso particular de China, el país ha construido islas artificiales y militarizado la zona, lo que ha hecho aumentar las tensiones con sus vecinos.

La disputa sobre esta zona se basa en que tiene un alto valor estratégico, puesto que se trata de una de las rutas marítimas más transitadas del mundo.

Además, es una región rica en recursos naturales, especialmente en petróleo y gas. De hecho, en ella está viviendo un momento histórico en lo que a descubrimientos de yacimientos petrolíferos se refiere, por lo que ha pasado a ser una de las zonas con mayor potencial a nivel mundial.

Un conflicto que traspasa lo diplomático

Los países cuyas costas son bañadas por el mar de China Meridional han enfrentado conflictos diplomáticos relacionados con el ejercicio de la soberanía sobre sus aguas, las islas y los arrecifes en más de una ocasión. Pero, en las últimas semanas, el conflicto se ha ido agravando.

Todo comenzó cuando China envió naves guardacostas para interferir los trabajos que estaba realizando Malasia en sus aguas para llevar a cabo la explotación petrolífera.

Pekín también ha comenzado una escalada contra Filipinas, y ambos países se han acusado mutuamente de embestidas entre embarcaciones costeras. Una acusación a la que también se han sumado desde Manila.

China ha acusado a Filipinas de invadir ilegalmente su territorio y le ha aconsejado que valore seriamente las consecuencias que pueden tener esos enfrentamientos en las relación que mantienen ambos países.

Desde Estados Unidos se han mostrado preocupados por estos ataques y las «actividades cada vez más peligrosas e ilegales de China».

En un comunicado, la Casa Blanca ha señalado que «las reivindicaciones ilegales de la República Popular de China de soberanía territorial sobre áreas oceánicas donde no existe territorio terrestre, y sus acciones cada vez más agresivas para hacerlas cumplir, amenazan las libertades de navegación y sobrevuelo de todas las naciones».

Washington ha avisado a Pekín de que, si comete una agresión sobre Filipinas, se verá obligado a intervenir en virtud del Tratado de Defensa Mutua que ambos países tienen firmado desde 1951.

Las autoridades internacionales piden a China y Filipinas que dialoguen para resolver el conflicto antes de que la situación escale hasta llegar a un conflicto abierto.

Una amenaza para el comercio a nivel mundial

Los incidentes en el mar de China Meridional suponen una amenaza significativa para el comercio mundial.

Porque se trata de una de las rutas marítimas más transitadas del mundo, por la pasan cada año grandes cantidades de petróleo y otros bienes de alto valor estratégico como productos electrónicos. Por eso, cualquier interrupción en esta ruta, e incluso la incertidumbre que generan las tensiones, puede tener un impacto devastador sobre las cadenas de suministro globales.

Los expertos creen que, en caso de que las tensiones y los incidentes se prolonguen en el tiempo, los costes del transporte marítimo podrían incrementarse. Porque la inestabilidad puede llevar a las navieras a buscar rutas más seguras, aunque sean más largas y costosas, como ya ha ocurrido en el mar Rojo.

Importantes economías del mundo como China, Japón, Corea del Sur y los países del Sudeste Asiático tienen una gran dependencia del comercio marítimo a través de este mar, por lo que un conflicto abierto en la región podría tener un impacto desproporcionado en sus economías y desencadenar una recesión de nivel global.

Además, en caso de conflicto armado en la región, las diferentes alianzas que tienen los países implicados con otras potencias, podría dar lugar a un conflicto bélico a gran escala.

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