En un movimiento estratégico, el recién asumido Gobierno de Javier Milei ha anunciado planes para privatizar el Banco Nación de Argentina, entidad estatal, como parte de una ley omnibús destinada a impulsar la eficiencia y la rentabilidad en el sector bancario, siguiendo la tendencia de privatización de diversas empresas públicas.
El presidente recién nombrado del banco, Daniel Tillard, ha respaldado esta transformación, destacándola como un paso «central» para el crecimiento, la eficiencia y la transparencia en la gestión de la entidad financiera.
Entre las razones que respaldan esta privatización se encuentra la gestión pasada, donde el Banco Nación no ha priorizado su misión social de canalizar depósitos y convertirlos en préstamos para pymes y familias argentinas. Se han identificado deficiencias en las prácticas crediticias, junto con indicadores de morosidad preocupantes, que han afectado las finanzas y la liquidez.
«El reordenamiento económico de Argentina generará un cambio sustancial en el negocio bancario. El Banco Nación debe enfocarse en aumentar los préstamos para pymes y familias y optimizar su funcionamiento«, sostuvo Tillard.
Desde la llegada de Milei al poder, ha habido especulaciones sobre esta privatización, así como de otras empresas estatales como YPF o Aerolíneas Argentinas. Las primeras acciones del nuevo Gobierno, incluyendo un decreto de necesidad y urgencia, apuntan a la reducción del gasto estatal.
La Asociación Bancaria, sindicato de trabajadores bancarios en Argentina, ha manifestado su oposición, advirtiendo que no permitirán que el Banco Nación y otros bancos públicos se conviertan en sociedades anónimas para su posterior venta o liquidación, «como si fueran simplemente negocios«.
La decisión de Milei, confirmada por Tillard, ha generado tensiones con el sindicato, que destaca la función social de estas instituciones que, según ellos, nunca debe perderse, y que representa la razón de ser de entidades financieras de este tipo.