El partido que Doncic nunca quiso jugar

En una NBA donde las estrellas cambian constantemente de equipo en busca del anillo, Luka Doncic era la excepción. Nunca quiso irse de los Dallas Mavericks, donde era el jugador más querido. Lo tenía todo allí: una ciudad que le adoraba, su familia, fans entregados...
No se entienden los Mavericks sin Doncic, ni a Doncic sin los Mavericks. Pero el 1 de febrero, Nico Harrison, General Manager del equipo, acompañado de unos nuevos propietarios sumergidos en el turbio negocio de los casinos, decidieron romper con todo y traspasaron al esloveno a Los Angeles Lakers. Una decisión que nadie entiende, que nadie entendió y que probablemente nadie entenderá jamás.
Primero, por la traición a tu estrella, a ese jugador que lo significaba todo para Dallas. Y segundo, porque a un jugador como él, top-3 de la liga durante los últimos seis años, no se le traspasa a menos que él mismo lo pida. Y Luka nunca lo pidió.
Era la historia perfecta: Doncic recogiendo el testigo de Dirk Nowitzki. El alemán, leyenda absoluta, pasó toda su carrera en los Mavericks y les dio su único anillo. Luka quería seguir su camino. Lo dijo una y otra vez. Incluso después del traspaso, lo repitió: quería quedarse.
El año pasado se quedó a tres partidos de llevar de nuevo a Dallas a lo más alto de la NBA. Pero nada de eso importó para Harrison.
Ayer, Luka volvió por primera vez a la que fue su casa durante seis años. Aunque, en realidad, nunca dejará de serlo.
Los aficionados lo sabían. Muchos llevaban camisetas con un mensaje en su idioma natal: "Hvala ti za vse" (gracias por todo). Antes del partido, los Mavs le dedicaron un vídeo homenaje que más parecía un tributo de retirada que una simple bienvenida. Un repaso a jugadas memorables, momentos inolvidables. Pero no, no era un adiós, era un jugador al que su franquicia había abandonado.

Doncic no pudo contener las lágrimas. Se le vio visiblemente emocionado durante la presentación de los quintetos iniciales, y durante todo el partido, los fans locales celebraban sus jugadas incluso más que las de su propio equipo.
Las 20 mil almas presentes en el American Airlines Center no dejaban de corear: "Fire Nico" (despidan a Nico) o "Sell the team" (vended el equipo), a la vez que ovacionaban al hijo pródigo con gritos de "MVP, MVP".
Luka salió con hambre, con ganas de revancha. En el primer cuarto ya llevaba 14 puntos; al descanso, 31. Parecía que quería demostrar algo, aunque a cualquiera que haya visto baloncesto en los últimos años no le hace falta que Luka demuestre nada.
Quizá sí a Nico Harrison, que en su momento aseguró que Doncic tenía una mala ética de trabajo, que bebía cerveza y fumaba cachimba, y que con alguien así no se podía ganar un campeonato. Ayer, delante de él, Luka respondió en la pista: 45 puntos (su récord esta temporada), 8 rebotes, 6 asistencias y 4 robos. Nada mal para un 'mal profesional'.
Desde el traspaso del 1 de febrero, los Lakers han pasado del octavo al tercer puesto en el Oeste y ya están clasificados para los playoffs. Mientras tanto, los Mavericks, con la mala suerte de las lesiones como excusa, llevan semanas fuera de los puestos de playoffs, y están más cerca de desear que la temporada acabe que de luchar por algo real.
Juzguen ustedes quién ganó el traspaso. Aunque viendo que Nico Harrison necesita escolta para asistir a los partidos en casa, parece bastante claro que él no.