El BCE prevé un escenario de estanflación para 2025 y 2026

El Banco Central Europeo (BCE) ha actualizado recientemente sus previsiones macroeconómicas para la zona euro. Destaca ahora que el crecimiento será más débil de lo anticipado, mientras la inflación mantiene su resistencia.
Estas proyecciones reflejan un ajuste significativo en el escenario económico que el BCE dibuja para 2025 y 2026.
Crecimiento del PIB: una senda más moderada
Según el informe oficial del BCE, el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de la zona euro será del 1,5 % en 2025 y del 1,6 % en 2026. Esto supone una revisión a la baja respecto a las estimaciones anteriores, que proyectaban un crecimiento del 1,8 % y 1,7 % respectivamente.
"La economía de la zona euro sigue recuperándose, pero lo hace a un ritmo más lento del previsto inicialmente, afectada por unas condiciones financieras restrictivas y una débil demanda interna", señala el BCE en su informe de proyecciones.
Detrás de esta desaceleración se encuentran múltiples factores. Como las incertidumbres geopolíticas o la necesidad de aumentar el gasto en Defensa.
La inflación persiste por encima del objetivo
En cuanto a la inflación, el BCE también ha ajustado sus expectativas. Para 2025 se prevé una tasa del 2,3 %, mientras que para 2026 el indicador bajaría ligeramente hasta el 2,1 %, aún por encima del objetivo del 2 % que la institución considera ideal para una estabilidad de precios sostenible.
En palabras de Christine Lagarde, presidenta del BCE: "aunque la inflación ha retrocedido notablemente desde sus máximos, persiste una presión subyacente que debemos seguir vigilando con atención".
El BCE destaca que la persistencia inflacionaria se alimenta todavía de componentes estructurales, como el encarecimiento de los servicios y los costes laborales, pese a la normalización en los precios de la energía y los alimentos.
Un escenario de estanflación
Los analistas comienzan a hablar de un escenario de estanflación, una combinación de bajo crecimiento económico con inflación relativamente alta. Aunque el BCE no lo menciona de forma explícita, el tono de su informe apunta en esa dirección.
“El débil dinamismo del PIB, junto con unas tasas de inflación que se mantienen por encima del objetivo, configura un panorama macroeconómico complejo y de difícil gestión para la política monetaria”, explica el documento.
Este equilibrio precario implica que el BCE debe actuar con cautela. Una retirada prematura del sesgo restrictivo podría reavivar las presiones inflacionistas, mientras que un mantenimiento excesivo podría sofocar la recuperación.
La estanflación es especialmente preocupante para los responsables de política económica, porque limita sus herramientas de actuación. Normalmente, una economía débil justificaría estímulos monetarios, pero si la inflación es alta, el BCE se ve obligado a mantener tipos elevados, dificultando aún más la recuperación. Esta combinación de fuerzas opuestas crea un dilema donde cualquier acción puede generar efectos contraproducentes.
Además, la percepción de estanflación puede influir en las expectativas del mercado y en el comportamiento de los agentes económicos. Las empresas podrían mostrarse más reacias a invertir y los hogares más cautelosos con el consumo, alimentando un círculo de desaceleración económica prolongada.
Mercado laboral y condiciones financieras
A pesar del contexto de menor crecimiento, el BCE destaca la resiliencia del mercado laboral, con tasas de desempleo históricamente bajas y un crecimiento sostenido en los salarios. Sin embargo, advierte de que estas dinámicas también alimentan la inflación subyacente y podrían limitar la capacidad de relajación de la política monetaria.
Asimismo, las condiciones financieras siguen siendo ajustadas. La demanda de crédito bancario sigue deprimida tanto en hogares como en empresas, reflejo del impacto de los altos tipos de interés de los últimos años.
¿Recortes de tipos en el horizonte?
Si bien los mercados anticipan posibles recortes de tipos hacia la segunda mitad de 2025, las declaraciones de Lagarde y otros miembros del Consejo de Gobierno invitan a la prudencia.
"Nuestra decisión dependerá de los datos. Necesitamos más evidencia de una convergencia sostenida de la inflación hacia nuestro objetivo del 2% antes de considerar cualquier relajación monetaria", afirmó Philip Lane, economista jefe del BCE.
Así, la máxima autoridad bancaria europea opta por mantener su postura "dependiente de los datos", en un contexto donde cualquier paso en falso podría tener implicaciones significativas para la estabilidad económica.
La economía sigue avanzando, pero lo hace de forma lenta y cautelosa, lo que implica que la vigilancia del BCE debe ser constante y minuciosa para conseguir el objetivo de estabilidad económica en la eurozona, tal y como señalan los expertos.