Hace algunos meses el Banco Mundial señalaba la posibilidad de que se produjera a nivel global un fenómeno que en economía es conocido como «década perdida».
Porque se estima que el potencial de crecimiento mundial caiga un 2,2% anual en 2030, que sería su nivel más bajo en las tres últimas décadas. Algo que tendría efectos en la riqueza de los países, en el desarrollo tecnológico, en la innovación y en el empleo, entre otros factores.
¿Qué es una década perdida?
Este término define a un período de diez años durante los cuales la economía de un país (o la economía global, como advertía el Banco Mundial) experimenta un fuerte nivel de estancamiento.
La tasa de crecimiento económico anual durante ese período es baja, e incluso nula, situándose por debajo de la tasa de crecimiento poblacional. Lo cual significa que la economía no crece a un ritmo lo suficientemente rápido como para que se produzca una mejora de la calidad de vida de las personas.
Es un concepto que surgió en la década de 1980, cuando varios países latinoamericanos experimentaron un estancamiento económico muy prolongado que fue unido a una inflación totalmente descontrolada.
Causas comunes de esta situación
Hay muchos fenómenos que pueden dar lugar a una década perdida y, en la mayoría de los casos, esta situación es producto de un conjunto de factores complejos.
Las causas son diferentes en cada uno de los países que han pasado por un período de este tipo, pero hay algunas que están presentes en la mayoría de los casos:
Crisis financieras y bancarias
Cuando se pierde la confianza en el sistema financiero, se restringe el crédito disponible, y esto produce un freno en la inversión y en el crecimiento económico.
Políticas económicas ineficaces
Las decisiones políticas también están detrás de décadas perdidas. Por ejemplo, mantener un déficit presupuestario que acaba resultando insostenible.
Medidas de este tipo desincentivan la inversión privada, y sin ella la competitividad del país se hunde.
Deuda externa elevada
No es casualidad que a la Unión Europea le preocupe tanto el nivel de deuda pública de los Estados miembros, ya que un exceso de deuda acaba convirtiéndose en un lastre para la economía.
Si un país tiene que dedicar una buena parte de sus recursos a abonar los intereses de su deuda, está perdiendo la oportunidad de hacer inversiones productivas.
Conflictos internos y políticos
La inestabilidad política y problemas internos como golpes de estado o conflictos bélicos impiden que la actividad económica de un Estado se pueda desarrollar con normalidad.
Incluso cuando no hay un problema real, la incertidumbre con respecto a lo que va a pasar puede convertirse en un obstáculo para la inversión y el crecimiento.
Problemas estructurales
Este tipo de problemas, como por ejemplo depender excesivamente de un sector económico, o carecer de buenas infraestructuras de transporte, no pueden solucionarse de manera efectiva a corto plazo, e impiden que un país avance al mismo ritmo que el resto.
Factores externos
Lo que ocurre fuera de las fronteras nacionales también tiene mucho peso sobre la economía interna de los países. De esta forma, si las materias primas importadas suben mucho de precio, los productos vendidos en el mercado interno serán más caros, lo cual mermará la confianza de los consumidores y llevará a una contracción de la economía.
Ejemplos históricos de décadas perdidas
El origen de este concepto está en la crisis que sufrieron ciertos países latinoamericanos en la década de 1980. México, Brasil y Argentina, entre otros, atravesaron una crisis económica muy grave.
Se conjugaron entonces altos niveles de deuda externa con situaciones de hiperinflación y políticas económicas que no ayudaron para nada a paliar el problema. Esto llevó a una disminución de los niveles de calidad de vida de la población y a una caída notable del crecimiento económico que duró más de una década.
Japón en la década de 1990
En 1990, Japón experimentó una crisis similar a que se viviría en Occidente unos años después. Tanto su mercado de valores como su mercado inmobiliario quebraron.
Como resultado, se produjo una gran recesión que se agravó todavía más debido a la reticencia del Gobierno a abordar rápidamente los problemas bancarios.
Argentina a principios del siglo XXI
En 2001 estalló una gran crisis financiera en el país que llevó a una devaluación de la moneda y a la pérdida total de la confianza de los consumidores en el sistema financiero, dando lugar al «corralito».
Arrancó entonces una de las crisis económicas, sociales y políticas más importantes que haya vivido nunca este país, y cuyas consecuencias todavía se dejan sentir hoy en día.
Más de 20 años después, Argentina continúa siendo una de las economías menos fuertes de Latinoamérica, y sus niveles de inflación superaron el pasado mes de agosto el 113,4% en comparación interanual.
Impacto social y político de las décadas perdidas
Más allá de los efectos sobre la economía, la falta sostenida de crecimiento genera una serie de problemas de carácter social y político que pueden convertirse en fuente de conflictos.
Impacto social
Durante esta etapa, los niveles de desempleo crecen rápidamente, porque la mayoría de las empresas necesitan ajustar sus plantillas a la baja para poder sobrevivir. Muchas tienen directamente que cerrar.
Con más desempleo crecen los niveles de pobreza y decae la calidad de vida. Porque a los ciudadanos les cuesta mucho más cubrir sus necesidades básicas. La educación y la atención médica también se pueden ver resentidas si no hay un buen sistema público que cubra estas necesidades.
Incluso en momentos de crisis hay personas a las que les va bien. El progreso de uno frente a la pérdida de recursos de otros hace aumentar las desigualdades sociales.
Impacto político
Una década perdida puede estar originada por problemas de orden político, pero también puede ser la causa de estos.
Porque a medida que el malestar económico se extiende crece el descontento público y es normal que los ciudadanos salgan a la calle a protestar.
A su vez, esto estimula el enfrentamiento político y puede dificultar mucho la gobernabilidad de un país.
Por otro lado, salir de este tipo de situaciones suele implicar abordar reformas económicas y políticas que suelen implicar recortes y medidas de austeridad que azuzan todavía más el descontento social. Dando lugar a una pérdida generalizada de confianza en las instituciones.
El impacto social y político de las décadas perdidas es tan importante, que puede perdurar durante mucho más tiempo de lo que lo hace la crisis económica.